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DF Tax | Estonia, el mejor sistema tributario y digital del mundo. Chilenos, debemos copiar lo bueno

Magdalena Brzovic, coordinadora jefe del programa de José Antonio Kast.

Por: Magdalena Brzovic | Publicado: Jueves 16 de diciembre de 2021 a las 04:00 hrs.
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Magdalena Brzovic

Estonia es probablemente un país desconocido para muchos. Sólo lo recordamos tal vez como parte de la exURSS.

Un país de tan solo 1,3 millones de habitantes, desde antes de su independencia de la URSS en 1990, la renta per cápita era de US$ 15.370, menos de la mitad de España e inferior a la de Portugal y Grecia (que oscilaban entre US$ 25.600 y US$ 25.800). En la actualidad, ese índice en Estonia se ha más que duplicado, llegando a los US$ 31.200, lo que supera en un 17% al de Grecia, en un 7,5% a Portugal y un 12% por debajo al de España.

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¿Cómo lo hizo? Entre otros factores gracias a su sistema de impuestos. La misma Tax Foundation en su informe sobre Competitividad Fiscal de 2019 así lo destacó, lo que lo ha evidenciado en los últimos seis años.

¿Dónde está la magia? Los políticos mediante una gran reforma tributaria, fruto de un acuerdo político transversal, acordaron que las sociedades se graven con impuesto de primera categoría con una tasa del 20%. Pero no se trata simplemente de una baja de tasa al impuesto corporativo, sino que la sociedad cuando no reparte las utilidades no se paga ese impuesto. De esta forma, el 20% queda en la empresa como capital de trabajo para generar nuevos negocios, lo que en términos económicos significa también reinversión.

Cuando la sociedad reparte sus beneficios a los socios, al igual que nuestro antiguo sistema que se denominaba 100% integrado, le permite al dueño dar de crédito el impuesto pagado por la sociedad en su totalidad como lo permitía nuestro sistema tributario hasta la reforma tributaria de la presidenta Bachelet.

Otra de las bondades de este sistema es que las empresas pueden compensar los impuestos adeudados sobre sus beneficios distribuidos en el presente, tanto contra sus pérdidas pasadas (si la compañía experimentó pérdidas en el pasado, la positiva base imponible presente se compensa con la negativa base imponible pasada) como contra sus pérdidas futuras (si la compañía experimenta pérdidas en el futuro y pagó impuestos sobre sus beneficios en el pasado, se le reintegran los impuestos abonados hasta compensar las bases imponibles negativas). Así también era nuestro sistema tributario hasta antes de la reforma tributaria del 2020.

Siguiendo con ese país, el impuesto a la renta de los trabajadores es del 20%; es decir, todos los trabajadores del país pagan el mismo impuesto, lo que no significa que todos los trabajadores paguen lo mismo pues la base del impuesto es diferente y además existen deducciones y bonificaciones fiscales que benefician especialmente a las rentas más bajas.

Asimismo, contempla un impuesto sobre bienes inmuebles, nuestras contribuciones a los bienes raíces, pero solo gravan al suelo y no a la construcción.

Estonia es un territorio tributariamente amigable hacia el ahorro y la inversión: la tasa de ahorro nacional ha promediado el 25,2% del PIB durante las últimas dos décadas, frente al 22,7% de Francia, el 21,6% de España, al 19,5% de Italia, el 14,7% de Portugal y el 12,4% de Grecia; y, a su vez, Estonia también ha disfrutado durante los últimos 20 años de una inversión interna muy superior a la de otros países europeos: del 29,2% del PIB, frente al 24,6% de España, el 22,5% de Francia, el 20,7% de Portugal, el 19,6% de Italia o el 18,8% de Grecia. Incluso Alemania, que ha contado con una tasa de ahorro interno mayor que la de Estonia (25,5% del PIB), palidece en términos de inversión frente al país báltico (20,1% del PIB).

Más ahorro se ha traducido en más inversión y más inversión en mayor crecimiento económico. La deducción lógica es que estas políticas son, contrariamente a lo que muchos predican, positivas para el crecimiento.. No porque se suban los impuestos se contará con mayores recursos y Estonia lo demuestra empíricamente.

Los ingresos públicos de Estonia son superiores a los de España: 40,1% del PIB frente a 38,8%. El índice Gini de Estonia se ha reducido desde un valor de 36 en el año 2000 a uno de 30,6 en la actualidad, por debajo de Italia, España, Grecia, Portugal y Alemania.

Estonia es también el primer país digital del mundo, donde por ejemplo el 99% de los trámites oficiales -un total de 1.789- pueden realizarse en cualquier momento en el portal gubernamental abierto las 24 horas de los siete días de la semana. Solo las operaciones inmobiliarias, casarse o divorciarse exigen presencia física.

Los estonios tan solo necesitan una conexión a Internet para votar, renovar su carnet de conducir, consultar las recetas médicas, presentar reclamaciones por montos hasta 2.000 euros, hacer la declaración de la renta, impugnar una multa de tráfico, cambiar la dirección de su domicilio, registrar una empresa, firmar documentos, ver las notas de sus hijos y comunicarse con los profesores, acceder a su historial médico...

Y sus gobernantes predican con el ejemplo: el papel desapareció de las reuniones del Consejo de Ministros en el año 2000 y el primer ministro estampa su firma digital en una pantalla para que las leyes entren en vigor. Ventajas de disfrutar de e-Estonia, un ecosistema eficiente, transparente y seguro que se ha convertido en un ejemplo mundial. El 70% del PIB se nutre del sector servicios, y aquellos relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación son los que más aportaron al crecimiento de la riqueza nacional en 2016. Además, esta digitalización, presumen, les supone un ahorro del 2% del PIB anual en salarios y gastos. Y no se cansan de repetirlo: si ellos han construido una sociedad digital, cualquiera puede hacerlo. Ese fue el mensaje que lanzaron durante su reciente presidencia del Consejo de la Unión Europea.

La innovación no puede ser patrimonio exclusivo del sector privado, los Gobiernos no pueden quedarse atrás, así que basta de excusas. No es una cuestión de recursos. Tampoco de tamaño. Tan solo se necesita voluntad política.

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