DF Conexión a China | La neutralidad sesgada de Beijing
PHILIPPE WERNER-WILDNER PhD en Diplomacia, Central China Normal University
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PHILIPPE WERNER-WILDNER
La campaña militar rusa en Ucrania ha repercutido fuertemente en el escenario global, fragmentándolo y desafiando la postura de China, que ha mostrado una neutralidad sesgada. El gigante asiático se presenta como una alternativa a los mercados de exportación, principalmente de materias primas rusas, en especial gas y petróleo.
No es secreto que la China de Xi Jinping ha fortalecido los lazos con la Rusia de Vladimir Putin. Estos se han profundizado tanto en el terreno político como económico. De hecho, China es el primer socio comercial ruso y, no conforme con lo anterior, Moscú también se ha convertido en uno de los principales receptores internacionales de préstamos de instituciones financieras chinas, recibiendo entre 2000 y 2017 más de 150 mil millones de dólares.
“Ante el conflicto europeo, los ojos de China no están puestos en Rusia, sino en desplazar a EEUU como potencia hegemónica aún vigente”.
Mientras la preocupación está en la invasión a Ucrania, el gobierno de Xi continúa ampliando sus operaciones en Europa: administrando puertos y minas, desarrollando todo tipo de infraestructura, y realizando inversiones para mejorar su conectividad. Dicho de otra forma, China está jugando en varios escenarios a la vez. Su interés va más allá de lograr la paz, apuntando a consolidar su agenda y redes de influencia. Por eso le resulta atractivo mediar y abogar por el fin de las sanciones económicas.
Los ojos de Reino Medio no están puestos en Rusia, sino en desplazar a EEUU como potencia hegemónica aún vigente. Aparentemente la comunidad de futuro compartido no implica, necesariamente, una comunidad inclusiva. No al menos si los actores internacionales no se alinean con esta nueva cosmovisión del orden internacional.
Adicionalmente, es irónico escuchar las declaraciones de las autoridades del PCR cuando aseguran que las sanciones contra Rusia no ayudan a amainar el conflicto, siendo que hace poco más de dos años fuimos testigos de una guerra comercial entre la potencia asiática y la americana.
China, hoy más que nunca, debe reforzar aspectos que, desde la óptica occidental, son controversiales. De aquí que los ecos del conflicto de Ucrania podrían repercutir en Taiwán y por eso, la aspiración de lograr una sola China va de la mano con el principio de no intervención en asuntos domésticos. ¿Suena conocido este discurso de cara a las aspiraciones rusas en Ucrania?
En política, el comportamiento de los actores refleja los intereses que guían sus directrices. El auge pacífico de China ocupó una retórica que funcionó muy bien cuando el desarrollo de este país no tenía gran injerencia geopolítica, a la cual aspira en la actualidad. No obstante, este no es el problema hoy, ya que el sistema internacional se adapta según su tiempo y espacio.
El problema es más bien cultural: en un mundo regido mayormente por el paradigma democrático, el arraigo del modelo de interdependencia y liberalismo presenta un desafío. ¿Podrá China romper este paradigma? Si no lo logra, su rol internacional seguirá limitado a promover influencia comercial y geopolítica, y seguirá presa de su neutralidad sesgada.