Hace un tiempo, en el marco de un seminario organizado por Interpol sobre comercio ilícito y propiedad intelectual, el representante del Ministerio Público constató un antecedente que quizás podría sorprender a muchos: la baja sostenida y significativa desde el año 2008 a la fecha en el ingreso de delitos en materia de propiedad intelectual. En efecto, mientras el año 2008 se registraron 6.168 ingresos, el año 2012 la Fiscalía constató la existencia de solamente 3.316.
En el seminario se mencionaba como posibles causas la creación de la Brigada Investigadora de Delitos contra la Propiedad Intelectual el año 2008 y la modificación de los tipos penales en materia de derecho de autor en 2010. Sin perjuicio que ambos eventos han sido relevantes, se omitió lo que a mi juicio es la principal causa de esta aparente baja: las nuevas tecnologías. En efecto, basta salir a calle para darse cuenta que la venta de películas y discos de música en la vía pública ha disminuido, lo cual justamente ha coincidido con el aumento sostenido en el nivel de penetración de internet y la velocidad de acceso. Esto se traduce en que hoy las personas acceden a este tipo de obras vía streaming (ya sea de forma lícita, por ejemplo a través de Netflix, o bien por alguna página ilegal) u otros sistemas tipo torrent, todo ello de forma fácil y expedita.
En este contexto, al haber menos demanda por copias físicas, la oferta de la “cuneta” baja y con ello los ingresos de este tipo de causas en Fiscalía.
Actualmente la “cuneta” está en Internet. La piratería se ha trasladado a un entorno digital donde la configuración de los tipos penales y su investigación son más complejas, situación que justamente podría explicar la aparente baja en las denuncias en los últimos años.
Sin perjuicio de lo anterior, el desafío no pasa por una sobre-regulación en la materia, sino más bien por adecuarse a los nuevos tiempos. Esto implica por un lado que las empresas adapten sus modelos de negocio a las nuevas tecnologías; y por otro, que las entidades persecutoras protejan las obras intelectuales en este escenario, y se atrevan a investigar las conductas en la red que verdaderamente merezcan un reproche desde el punto de vista criminal.