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Cuestionar para construir, la clave de una gobernanza ética

JOSÉ IGNACIO CAMUS Co Founder de Admiral Compliance

Por: JOSÉ IGNACIO CAMUS | Publicado: Martes 21 de enero de 2025 a las 04:00 hrs.
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JOSÉ IGNACIO CAMUS

En el dinámico mundo empresarial actual, los directorios enfrentan desafíos cada vez más complejos. La antigua visión centrada únicamente en las utilidades ya no basta para asegurar la sostenibilidad y la reputación de una empresa. Ahora, las organizaciones deben ser referentes en ética, cumplimiento, integridad y buenas prácticas. Para ello, hay un rol indispensable: el del director independiente.

Lo que hace único a este rol es su capacidad para cuestionar. No se trata de buscar problemas, sino de plantear las preguntas clave que aseguren decisiones no solo rentables, sino también correctas. En una época marcada por casos de corrupción y malas prácticas, un director independiente puede ser la diferencia entre liderar con integridad o caer en la mediocridad.

“En una época marcada por casos de corrupción y malas prácticas, un director independiente puede ser la diferencia entre liderar con integridad o caer en la mediocridad”.

Por ejemplo, un director independiente en una empresa del sector financiero podría haber cuestionado decisiones de alto riesgo, como las inversiones en empresas relacionadas en el caso Sartor, donde la falta de controles se tradujo en sanciones por parte de la CMF. Esta crisis podría haberse evitado con un contrapeso en el directorio que identificara conflictos de interés, promoviera la transparencia y previniera no solo sanciones regulatorias, sino que también un daño reputacional irreparable.

El director independiente también aporta una mirada fresca. Al no estar influenciado por las dinámicas internas o presiones políticas, puede evaluar con objetividad. Esta independencia es crucial para garantizar que las decisiones sean coherentes con la estrategia de largo plazo y con los principios éticos que definen a una organización seria.

La importancia de este rol se refleja en números. Según el informe de EY, las empresas con al menos un director independiente tienen un 35% menos de probabilidades de estar involucradas en prácticas cuestionables y, gracias a la confianza generada en los inversionistas, aumentan su valor de mercado en un promedio de 18% en cinco años. Y un estudio del Centro de Gobierno Corporativo del ESE evidencia que las empresas con directorios diversos y equilibrados enfrentan crisis financieras con un 30% más de resiliencia.

Esto es especialmente relevante en el contexto de la Ley de Delitos Económicos, que eliminó atenuantes como la “irreprochable conducta anterior” y la “colaboración eficaz”. Hoy, las empresas que no toman medidas proactivas no solo se arriesgan a multas y sanciones, sino que también pueden enfrentar la temida “pena de muerte empresarial”.

De cara al 2025, las empresas enfrentarán desafíos aún más complejos. La implementación de normativas más estrictas demandará un compromiso renovado con el cumplimiento y la transparencia. En este escenario, actuar con ética deja de ser un lujo para convertirse en una ventaja competitiva. Un director independiente no solo protege a la organización, sino que también la fortalece, ya que, al prevenir conflictos, contribuye a consolidarla como líder en su rubro.

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