Navidad, un día en el año sin confrontación
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Cristián Saieh
¿Por qué en Navidad la gente coopera y no confronta? ¿Por qué dejamos pasar al auto que quiere adelantarnos sin tocarle la bocina? ¿Por qué saludamos cordialmente, incluso a los que son nuestros oponentes el resto del año? Por el contrario, por qué algunas de esas personas, pasado el 25, vuelven a la tradicional confrontación y en vez de dejar adelantar al auto, le inhiben cualquier movimiento y dejan de saludar incluso a sus cercanos.
Estas conductas que hacen primar el interés personal por sobre el colectivo son poco sensatas, ya que en la medida que todos cooperan las sociedades avanzan en confianza y prosperidad y en la medida que confrontan y anteponen sus intereses personales, pierden. Un ejemplo paradigmático son los “colados” del Transantiago, que siguen minando el sistema. ¿Por qué no pagan? Ya que, aprovechando que pocos los ven, lo hacen con impunidad. Es cierto que se ahorran el precio del trayecto, pero si eso lo hicieran todos, el transporte público quebraría y nadie podría utilizarlo: sabemos las dificultades que tiene hoy para financiarse. Sin embargo, se observa que muchas de estas acciones egoístas -como las de los que no pagan su boleto- van en disminución ya que nuestra sociedad avanza hacia estadios de mayor desarrollo, lo que solo es comprensible por el triunfo de la cooperación sobre la confrontación. Es cierto que hay colados en el sistema de transportes, pero también vemos gente a las seis de la tarde haciendo ordenadas filas para ingresar en los buses, cuestión impensable solo cinco años atrás.
¿Cuáles son algunas de las razones que explican esto? La prueba del espejo que la ciudadanía impone a los individuos antes de que realicen un acto: pocos quieren sentirse como personas detestables por su falta de integridad. Los abusos de agentes con poder de mercado, que han sido castigados duramente por nuestra sociedad, imponen a muchas personas ese test ácido de mirarse al espejo antes de actuar. Los medios de comunicación y las redes sociales han hecho lo suyo ya que las conductas pueden ser evaluadas al instante por un colectivo muy atento.
Esta instantaneidad da paso a que las emociones de los individuos jueguen un papel relevante, ya que los sentimientos de culpa y vergüenza inhiben perjudicar a los demás. Así, convenciones sociales como el no hacer lo que no nos gustaría que nos hicieran vuelven a inspirar a muchas personas e incluso regulaciones (la búsqueda del reconocimiento de la igualdad de los grupos diversos, las leyes anti discriminación).
Hoy en día todos los individuos desean relacionarse con pares que sean creíbles, que respeten la palabra empeñada y que no engañen, independiente de las naturales y sanas controversias, miradas de la sociedad y sus retos. Esta es la base de la cooperación y la razón por la cual, a través de la cooperación, durante el resto del año las personas debiéramos movilizarnos en función de hacer de Chile cada día más un país serio y respetuoso que supera sus controversias a través de acuerdos colaborativos. Es la base del desarrollo… como en Navidad.