Consciencia o inteligencia: ¿Qué necesitan las empresas del futuro?
Por Alan García, director ejecutivo Empresas Conscientes.
- T+
- T-
Alan García
Esta es una de las preguntas que plantea el historiador Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus: Breve Historia del Mañana. Su análisis nos pone en un contexto donde la tecnología no sólo amenaza con reemplazar labores físicas, tal como lo hicieron las máquinas durante la Revolución Industrial, sino que ahora también las capacidades cognitivas usando inteligencia artificial. Llevar la inteligencia a sistemas y algoritmos permitirá niveles de productividad sin precedentes. Sin embargo, estas eficiencias pasarán rápidamente de ser factores de diferenciación significativos, a ser herramientas básicas para poder competir en el mercado. A partir de ello, el problema crucial, según Hariri, no es crear nuevos trabajos, sino más bien crear trabajos donde los humanos nos desempeñemos mejor que los algoritmos.
Este análisis lleva a preguntarnos cuáles serán las capacidades que permitirán a las empresas diferenciarse en el futuro. En ese sentido la consciencia empresarial -algo que hoy pareciera ser una forma de darle sostenibilidad al negocio, un discurso limitado en algunos casos a acciones puntuales ejecutadas por un equipo específico dentro de la organización- toma un significado estratégico para las empresas del futuro. La capacidad que tengan las empresas de organizarse, relacionarse y tomar decisiones de manera consciente, buscando conseguir un propósito elevado que agregue valor y alinee a todos sus grupos de interés, es algo que en el futuro marcará aún más la diferencia. Esa capacidad se desarrolla en la cultura, reside principalmente en los líderes con más experiencia y difícilmente podrá ser reemplazada por la tecnología en el corto plazo.
Quizás la automatización del trabajo se presenta hoy como una amenaza a la población mayor, en un contexto donde la ejecución y la inteligencia representan capacidades estratégicas para las empresas. No obstante, el futuro pareciera presentar una realidad distinta, en que las capacidades de ejecución y la inteligencia avanzarán a velocidades digitales, creando ciclos de aprendizaje y adaptación que superarán la capacidad de cualquier equipo de trabajo. En esa nueva realidad el valor de la consciencia para el negocio será cada vez más claro, estará concentrado en los trabajadores y se plasmará en la toma de decisiones, el diseño de soluciones tecnológicas y su posterior operación.