Confianza en las instituciones: ¿Qué rol cumplimos las personas?
MACARENA LETELIER VELASCO Directora Ejecutiva CAM Santiago
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MACARENA LETELIER VELASCO
Las personas pasan, las instituciones -públicas y/o privadas quedan. Si bien puede ser el actuar -o la falta de actuación- de algunos lo que enlode el prestigio de estas, es nuestro deber ser parte de los cambios necesarios para que se revierta la desconfianza y la sociedad pueda optar tranquilamente por pertenecer o acudir a ellas.
Los principios y la realidad en la que hoy vivimos, entre ellos la transparencia, la difusión y conocimiento instantáneo de hechos, obliga a todos a reaccionar a tiempo cuando las cosas no funcionan, cuando se infringe la ley, cuando no se resguardan los derechos de quienes legítimamente los detentan, ya que de lo contrario se instala la inseguridad, el fantasma del caos aparece y el pacto social se pone en riesgo.
“Es nuestro deber ser parte de los cambios necesarios para que se revierta la desconfianza y la sociedad pueda optar tranquilamente por pertenecer o acudir a ellas”.
¿Cuál es nuestra responsabilidad como personas para fomentar la confianza en las instituciones?
Condenar con fuerza actos contrarios a las normas o principios básicos. Los últimos años nuestro país ha visto como la delincuencia, la violencia, la inestabilidad en general, se ha apoderado de la realidad nacional. No se ha garantizado la seguridad pública, las instituciones no han funcionado como se esperaría y ese miedo y frustración por lo que vemos sólo tiene que movilizarnos para exigir el cumplimiento del rol que diferentes poderes, órganos y servicios del Estado tienen por ley.
Por su parte quienes cumplen el rol de autoridad deben tomar decisiones de manera inmediata y efectiva. La sensación de impunidad genera temor, rabia, un estado de abandono. La desconfianza se instala como una invitada de piedra y la democracia se debilita de la mano de la convivencia de muchos.
Trabajar de manera proactiva y colaborativa. Forzar la actualización de normas, estatutos, reglas que se han escrito con lógicas de otros tiempos y que aún imperan en muchas organizaciones. Rechazar el oportunismo de quienes buscan sembrar dudas en relación con una institución o persona por intereses propios. Rechazar que hechos que dañan pasen frente a nuestros ojos y normalicemos la gravedad de ellos, como ocurre con los hechos que ocurren en la Araucanía a diario.
En el ámbito privado contar con protocolos de buenas prácticas y las correspondientes sanciones de comprobarse la violación de estos, exigir el cumplimiento de las normas de libre competencia, ética, y compliance. Resolver los conflictos con mecanismos adecuados, entre otros.
Finalmente, todos somos necesarios para elevar los índices de confianza, fomentar el dialogo y así lograr que Chile deje de ser considerado uno de los países con más desconfianza en las instituciones según los reportes dados a conocer por la OCDE. Tener conciencia que estamos de paso, no sólo por esta vida sino en las organizaciones de las que somos parte nos debe llevar a trabajar por el bien común en todos los ámbitos, con conciencia de que los tiempos han cambiado y que así lo ven y exigen nuevas generaciones de las que somos todos responsables de educar con el ejemplo.
Confiar en las instituciones, confiar en la institucionalidad.