Conciliación trabajo y familia: seguimos esperando
Gina Ocqueteau Emprendedora
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Gina Ocqueteau
Puede sonar reiterativo que incluso en pleno siglo XXI sigamos discutiendo sobre este tema, pero lo cierto es que pese a los avances que hemos conseguido las mujeres en el campo laboral, hay uno fundamental que sigue pendiente y que se relaciona con lograr un equilibrio entre la vida familiar y el trabajo.
La sexta edición del “Termómetro Alta Dirección Mujeres Empresarias” investigó la opinión de las chilenas sobre el proyecto de ley del Ejecutivo que busca conciliar ambas esferas, revelando que un 53,1% de las encuestadas está de acuerdo con que el formato de trabajo híbrido o teletrabajo sea un derecho para las y los trabajadores que tienen hijos menores de 12 años o están a cargo de personas en situación de dependencia severa o moderada.
“La solución no pasa por la renuncia de las mujeres al sistema laboral, sino por generar una cultura de flexibilidad donde ellas tengan la opción de trabajar de manera híbrida y aumenten también los niveles de corresponsabilidad”.
Se trata de una necesidad transversal, ya que no importa la profesión, la clase social o la ciudad de origen. Históricamente las mujeres han desempeñado el rol de cuidadoras en un grado mucho mayor al de los hombres y junto con el deber de cumplir bien en distintos ámbitos, son castigadas por un sistema que no cuenta con las redes suficientes para permitirles cumplir con ambas tareas. Si un hijo se enferma, la licencia está dirigida al menor y no a los padres. Si la mujer decide seguir trabajando, deberá buscar a alguien que la ayude y sumar una preocupación extra a su rutina. En cambio, si opta por quedarse en casa, pierde días laborales e ingresos económicos.
Mucho se habla de la importancia de cuidar a la población más vulnerable y de lo importantes que son los niños para el futuro del país, pero a la hora de entregar beneficios para quienes cuidan, seguimos anclados en una realidad donde las mujeres son vistas por sus empleadores como un “problema”, porque deben solicitar permisos más seguido o ausentarse ante emergencias de salud de niños y ancianos a su cargo, lo que termina derivando en bajos salarios y menores posibilidad de ascenso y desarrollo profesional.
La solución no pasa por la renuncia de las mujeres al sistema laboral, sino por la generación de una cultura de flexibilidad donde ellas tengan la opción de trabajar de manera híbrida y aumenten también los niveles de corresponsabilidad, para que así los hombres tomen un rol más participativo entendiendo la urgencia de distribuir y compartir las tareas.
Además de la concientización y las iniciativas legislativas que se están llevando a cabo, el sector privado y los directorios tenemos una responsabilidad importante en la implementación y mantención de estas medidas. El mismo estudio de Mujeres Empresarias informa que un 81,3% de las encuestadas declaró que la empresa donde trabaja sí ha puesto en marcha alguna norma o práctica que promueva el equilibrio entre la vida familiar y laboral, mientras que un 18,7% asegura que no se posee ningún beneficio al respecto.
Ojalá todos pudiéramos comprender lo fundamental que es este punto para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Las ventajas son múltiples y van más allá de la conciliación misma, ya que una mayor flexibilidad puede derivar en bienestar mental, ahorro de tiempo y dinero, mayor acceso a talento, menor impacto ambiental, e incluso ayudar a aminorar la grave crisis demográfica que enfrenta nuestro país, donde según el INE la tasa de natalidad se redujo a 1,3 hijos por mujer.
Trabajadoras con las necesidades básicas cubiertas y una corresponsabilidad efectiva podrán desempeñarse mejor y los resultados positivos serán evidentes tanto a corto como largo plazo. Tengámoslo siempre presente para seguir avanzando en esta materia.