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Columnistas

Concertación y la tensión entre cooperar y competir

Veremos cómo la tensión entre cooperar y competir ha sido abordada por la Concertación y nos entrega señales para afrontar los graves conflictos que cruzan nuestra sociedad...

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 2 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.

Veremos cómo la tensión entre cooperar y competir ha sido abordada por la Concertación y nos entrega señales para afrontar los graves conflictos que cruzan nuestra sociedad. La derrota de esta coalición en la última elección presidencial puso en evidencia la profunda crisis de este conglomerdo; conflicto que, hasta entonces, no se había manifestado gracias a la alta aprobación personal de Michelle Bachelet. El fracaso electoral acrecentó las divergencias de opinión y apareció la confrontación como mecanismo de solución de disputas.

La desconfianza reinó, característica intrínseca de nuestra cultura; un informe elaborado por la OCDE este año revela que Chile es el país más desconfiado de esa agrupación; sólo 13% de los entrevistados chilenos declaró confiar en otras personas.

Sin embargo y hasta ahora, la Concertación había sido un buen ejemplo de una asociación capaz de vencer los obstáculos a la colaboración a través de la confianza. Los partidos miembros trabajaron en conjunto cooperando hacia fines comunes, esto es, intereses compartidos que incluso se anteponían a los propios, superando los mutuos resquemores. Era el triunfo de la cooperación sobre la competencia, plasmado primero en vencer a Pinochet y en los últimos años, en mantener el poder para continuar transformaciones sociales.

Hoy la situación es distinta y apreciamos profundas diferencias entre los partidos concertacionistas, como la confrontación en torno a la decisión del presidente del Senado y el desalojo del ex Congreso. Críticas del oficialismo se sumaron a las fuertes pugnas de miembros de la Concertación que develan sus resquemores y tensiones internas.

Si a este clima de recriminaciones se añade la desconfianza que genera este conglomerado en la ciudadanía, constatado por todas las encuestas, llama la atención que la mayoría de sus integrantes señale su intención de permanecer unidos. ¿Qué los motiva a seguir siendo coalición? La respuesta es clara ya que ellos tienen la experiencia: saben que en el dilema de confrontar o cooperar debe triunfar esta última.

En las transacciones políticas, como en toda negociación horizontal, si las partes planifican y quieren ser exitosos, deben negociar internamente en forma colaborativa para consensuar intereses.

Generar un pacto alternativo, como se ha esbozado, o trabajar en coaliciones más pequeñas implica riesgos mayores. Parece más eficiente trabajar en conjunto, solucionando los problemas existentes, que echar a andar un nuevo engranaje.

A ello se suma que en éste, como en todo ámbito, sostener una relación que perdure en el tiempo es un desafío mayor. La Concertación en esto fue exitosa.

El estudio del caso de la Concertación nos muestra que la solución es evidente; en la tensión entre cooperar y competir debe resultar ganadora la colaboración. Los graves problemas sociales hoy nos interpelan a consensuar intereses antagónicos para crear nuevas formas de entendimiento y generación de valor. Un acuerdo social amplio y potente puede ser la solución; para lo anterior se requiere recobrar la confianza en las instituciones y deponer la confrontación.



Esta columna contó con la colaboración de Cristóbal Rodríguez y Rosana Zamora, investigadores del Centro Negociación UC.

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