Ciclo electoral: qué aprender de Dominga
JOSÉ ANTONIO VALENZUELA Director de Incidencia de Pivotes
A fines de febrero se sumó un nuevo episodio a la teleserie Dominga. El Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) apeló al fallo del Tribunal Ambiental que cuestionó el rechazo al proyecto de parte del Comité de Ministros.
A esta altura, el entuerto ya salpicó a toda la institucionalidad ambiental y afecta la credibilidad del país. Hoy se hace evidente que la dimensión política del proyecto pasó a ser la única relevante y los antecedentes técnicos a ser simples excusas con las que la administración lleva agua a su molino. Un ejemplo fue el inédito argumento para el último rechazo: el impacto del proyecto en la algarrobilla y el pacul, especies que aparecen por primera vez en el debate.
“Es posible generar un mecanismo que acote los espacios de incertidumbre y donde las decisiones no sean reabiertas por una nueva administración o un juez creativo”.
Más allá de los detalles específicos, hay un claro problema en el diseño del proceso que explica su desenlace. Algunos creen que la responsabilidad está en el Consejo de Ministros, otros en las atribuciones que se arroga el Tribunal Ambiental o la tercera sala de la Corte Suprema. El problema pareciera ser otro: el sistema de evaluación ambiental está diseñado para que los titulares desembolsen cuantiosas sumas de dinero e inviertan tiempo precioso en un largo proceso de evaluación, mientras se construyen potentes coaliciones opositoras, se agudizan las tensiones y se radicalizan las posiciones. Sin embargo, durante ese derrotero no se toman decisiones vinculantes que acoten la incertidumbre de los intervinientes, y eso habilita intervenciones discrecionales de todos estos órganos. Esto se agrava cuando cambia el gobierno durante la evaluación, lo que suele ocurrir con los proyectos de gran escala. Por eso, no es de extrañar que tras 11 años nada se encuentre zanjado en el caso de Dominga.
¿Qué cambios requiere el sistema? Es posible generar un mecanismo que vaya acotando los espacios de incertidumbre y donde las decisiones perentorias no puedan ser reabiertas por una nueva administración o un juez creativo. Certezas tempranas y un proceso donde las materias pendientes se acoten como en un embudo.
En Pivotes proponemos que cuestiones como si un puerto se puede o no construir a 25 km. de una reserva marina, o un proyecto de hidrógeno verde a una distancia determinada de un observatorio, se resuelvan en una etapa temprana de pre-evaluación en base a una descripción general. Nada de eso está sobre la mesa en lo que se está legislando en el Congreso, que elimina el Comité de Ministros y aspira a reducciones a todas luces insuficientes de los plazos. Si todas las definiciones se toman al final del proceso seguiremos con un sistema vulnerable a intereses, presiones políticas y altamente impredecible.
Se inicia un año electoral, y los candidatos van a prometer mayor crecimiento económico. De poco servirá esa voluntad (o voluntarismo) si en ese ejercicio no identifican esta barrera -y otras- que nos impide revertir el estancamiento. Diagnósticos realistas y propuestas ambiciosas que apunten al origen de los problemas, y no ajustes cosméticos, son el único camino viable para que Chile vuelva a crecer.