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Alto contrasteChile ante el proteccionismo de Trump
MAURICIO VILLENA Decano de la Facultad de Administración y Economía UDP
Mauricio Villena
La reciente escalada de aranceles impuesta por Donald Trump, incluida la duplicación de tasas al acero y aluminio canadienses, ha reavivado preocupaciones sobre el proteccionismo estadounidense. Aunque se argumenta que estas medidas fortalecerán la industria nacional, los hechos demuestran que sus efectos son contraproducentes: volatilidad en mercados, incertidumbre para la inversión, tensiones diplomáticas y presiones inflacionarias.
El impacto inmediato se reflejó en la caída del 2,3% del S&P 500 el 11 de marzo, evidenciando la sensibilidad de los inversionistas a cambios abruptos en la política comercial. Empresas industriales y manufactureras, dependientes de insumos importados, también registraron bajas en sus acciones. Paradójicamente, sectores como el automotriz y la construcción, que se buscaban proteger, enfrentan mayores costos de producción, reduciendo su competitividad y trasladando el aumento a los consumidores.
“Si China y la UE reconfiguran sus cadenas de suministro para esquivar restricciones de EEUU, Chile perderá competitividad en mercados clave”.
Las repercusiones diplomáticas también han sido significativas. Canadá respondió inicialmente con un alza en los precios de la electricidad exportada a EEUU, aunque revirtió la medida tras presiones diplomáticas y volatilidad en los mercados. Este episodio refleja el riesgo de represalias comerciales y la creciente inestabilidad en las relaciones comerciales entre EEUU y sus aliados. Además, el proteccionismo debilita acuerdos clave como el USMCA, empujando a otros países a estrechar lazos con China y la Unión Europea, aislando comercialmente a EE.UU.
A nivel macroeconómico, los aranceles elevan costos de producción y afectan al PIB. La incertidumbre frena la inversión y limita la innovación. Aunque generan ingresos fiscales, encarecen bienes, reduciendo consumo y recaudación. En un contexto de fragilidad financiera global, una guerra comercial aumenta el riesgo de recesión en EEUU, escenario que varios analistas consideran probable.
Chile, con su economía abierta y dependiente de exportaciones como cobre, vino y productos agrícolas, podría verse afectado por la desaceleración global derivada de estas barreras comerciales. Si China y la UE reconfiguran sus cadenas de suministro para esquivar restricciones de EEUU, nuestro país perdería competitividad en mercados clave, obligándolo a replantear alianzas. La incertidumbre podría también frenar inversión extranjera en sectores estratégicos como minería y energías renovables.
En un año electoral, el gobierno chileno debe evitar politizar su respuesta y enfocarse en una estrategia económica de largo plazo. Es esencial mantener la confianza en los mercados, garantizar flexibilidad en las cadenas de suministro y afianzar la posición de Chile en el comercio global. Fortalecer la integración con Asia y la UE es clave, y en particular India surge como un mercado prometedor para productos chilenos. Para aprovechar esta oportunidad, se requiere volver a una política de diversificar aún más los acuerdos comerciales. El gobierno debe actuar con premura y no dejar sin avances en esta línea a una nueva administración.
