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¿Bill Gates vs. los NFT?

Herman Bennett C. Profesor de Fintech, Universidad Mayor

Por: Herman Bennett C. | Publicado: Miércoles 29 de junio de 2022 a las 04:00 hrs.
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Herman Bennett C.

La actual tormenta financiera está golpeando fuerte a los criptoactivos, tal como ocurrió en la crisis de 2018, cuando el Bitcoin cayó 84%. En ese tiempo hacía portada la sigla ICO (Initial Coin Offerings), debido al colapso de startups que hacía recordar la crisis del Nasdaq de 2001 (-78%). Hoy hace noticia la sigla NFT, por la sobrevaloración de obras de arte en el mundo cripto. Hasta Bill Gates entró al ruedo la semana pasada con otra frase para la historia: la inversión en NFT se basa en encontrar alguien más necio que te lo compre a mayor precio. La así llamada “greater-fool theory”. ¿Pero qué son los NFT, por qué importan y a qué exactamente se refiere Gates?

En simple, los NFT son registros en un blockchain de las compraventas de un activo. Se usan para saber quién es el dueño y transarlo. Tal como los registros de propiedades y acciones, dan confianza al comprador de que el activo queda a su nombre y él será reconocido como dueño cuando desee venderlo.

“Los NFT son registros en un blockchain de las compraventas de un activo; dan confianza al comprador de que el activo queda a su nombre y él será reconocido como dueño cuando desee venderlo. La crítica de Bill Gates apunta a los tulipanes, no a cómo se registran”.

El caso de uso más conocido de NFT son obras de arte digital (Bored apes, Cryptopunks, Beeple, etc). Eso facilitó transarlas y conocer a sus dueños, apalancando así la popularidad de estas obras. Sospecho que la frase de Gates no es por los registros NFT, sino por la calidad artística que aprecia, los precios y su bajo interés por ser dueño de ese arte digital. Es decir, apunta a los tulipanes y no a cómo se registran.

A pesar de que los NFT y Bitcoin usan blockchain, son registros de distinto tipo: los NFT individualizan el activo, como el Conservador de bienes raíces registra propiedades de manera individual. Bitcoin no, pareciéndose más al registro del dinero, donde no anotamos el número serial de cada billete.

Los NFT pueden usarse para muchas cosas: arte, inmuebles e incluso “dinero verde” (individualizándolo y viendo si la unidad pasa solo por cuentas de empresas “no contaminantes”, permitiendo la certificación). Tienen además un calce muy natural para certificar propiedad en los metaversos. Para todo ello, eso sí, la tecnología blockchain debe mantener la sorprendente capacidad de llevar registros que ha mostrado hasta ahora. De aquí el primer término de la sigla NFT: Non-Fungible Tokens. Fungible es cuando no individualiza y lo que importa es el total, como en el dinero. No fungible es cuando sí individualiza, como en los inmuebles.

El segundo término, “token”, singulariza una unidad transable, ya sea fungible o no. Registros físicos y tokens pueden convivir, por ejemplo, las cuotas de un fondo inmobiliario registradas y transadas ágilmente como tokens, mientras los activos del fondo están inscritos en el Conservador. Además, y como todo activo, los tokens pueden conllevar alto o bajo riesgo, esconder estafas o valor, y su precio, estar exacerbado por manías financieras.

Esta conversación sobre registros lleva naturalmente a preguntas regulatorias, como, ¿es sensato reemplazar al Conservador con un blockchain y NFT? Complementarlo parece un paso más razonable para acotar el riesgo tecnológico. En concreto, mantener el registro permanente en el Conservador y permitir traspasos de propiedad de manera más ágil en un blockchain con NFT. Esto permite, además ,integrar los pagos vía “smart contracts” y eliminar así las instrucciones del notario. O sea, un sistema mixto que combine infraestructura registral “offchain” (Conservador) y “onchain” (blockchain).

En suma, los NFT van mucho más allá del arte, de Gates y de las manías.

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