Columnistas

Alianzas público privadas para gestionar la igualdad de género

Lesly Meyer Guzmán, jefa nacional Área Mujer y Trabajo en Sernameg

Por: Lesly Meyer Guzmán, jefa nacional Área Mujer y Trabajo en Sernameg | Publicado: Jueves 14 de julio de 2022 a las 10:31 hrs.
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Lesly Meyer Guzmán, jefa nacional Área Mujer y Trabajo en Sernameg

¿Han escuchado alguna vez que la pobreza tiene rostro de mujer? Este concepto fue acuñado en los años 70 para mostrar una realidad que aún persiste: la pobreza económica afecta más a las mujeres que a los hombres en todo el mundo. Según datos de Naciones Unidas, actualmente el 70% de las personas pobres a nivel mundial son mujeres.

El sistema patriarcal y la perpetuación de los roles de género fomentan desigualdades sociales, culturales y económicas que generan pobreza en todos los países del globo. Revisemos algunos datos. Según el Word Economic Forum 2021, las mujeres ganan alrededor de un 37% menos que los hombres en funciones similares. De hecho, según su trayectoria laboral actual, las mujeres están a 267 años de alcanzar la paridad de género en el ámbito económico, lo que incluye la (baja) participación laboral, la (des)igualdad salarial y la (des)igualdad de oportunidades. La desigualdad laboral es uno de los principales factores que potencian la feminización de la pobreza.

Ante este escenario, resulta crucial preguntarnos ¿qué podemos hacer? ¿cómo podemos avanzar hacia la erradicación de las dinámicas y estructuras que reproducen la desigualdad de género y que siguen impactando en la feminización de la pobreza? Ciertamente, los esfuerzos “aislados” que se puedan realizar desde el Estado, las empresas, la sociedad civil y las familias nunca serán suficientes, ya que para remover y transformar las barreras estructurales que reproducen la pobreza y la desigualdad de género necesitamos trabajar mancomunadamente, necesitamos fomentar la colaboración con sentido social y de manera sostenible, desmarcándonos por supuesto del “purple washing”.

En este marco cobran gran valor las alianzas público privadas y sobre todo, aquellas que tienen como principal propósito reducir las desigualdades flagrantes que existen y persisten en nuestra sociedad. Aunar y movilizar voluntades diversas, comprometer y desarrollar estrategias de trabajo coordinadas y compartir presupuestos para el cumplimiento de objetivos comunes, en muchos casos nos permite maximizar el impacto de nuestras acciones -en términos de eficiencia y eficacia- pero sobre todo, nos entrega la posibilidad de reconocer el valor del trabajo colaborativo más allá de lo tangible, más allá del “cuanto” (cuanto invertimos, cuantas personas participaron, cuantos likes generamos en RRSS, etc.). Lo intangible tiene que ver con el reconocimiento de aquello que nos une y nos moviliza, con la generación de capital social a partir de nuestras convicciones, tiene que ver con hacer comunidad en torno a un propósito compartido.

Les invito a encontrarnos, hagamos comunidad para enfrentar los desafíos que tenemos por delante en materia de igualdad de género, porque cuando sabemos que no estamos solas/solos vamos perdiendo el miedo a tomar acción, porque cuando avanzamos solas/solos no siempre llegamos más rápido, pero cuando vamos acompañadas/acompañados siempre llegamos más lejos.

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