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Columnistas

Adaptación, cambio y credibilidad

Pocas experiencias de cambio como las que vemos por estos días en Europa...

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 22 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.

Pocas experiencias de cambio como las que vemos por estos días en Europa, nos muestran como las ideas y manos de quienes conducen el timón pueden ser sinónimo de credibilidad, o no, para una agenda de futuro.



Similar consecuencia trae aparejada el cambio de mando en la dirección de nuestras organizaciones. Hay una percepción que otorga o resta credibilidad, a las manos, ideas y sueños, de quien conduce: esto lo valora o no la sociedad, el mercado, las personas.

Rivarol (1753-1801) nos decía que “las ideas son capitales que sólo ganan intereses en las manos del talento”, lo que por cierto supone un primer paso que es sintetizar ideas que supongan una creación de valor apropiado, en los escenarios presente y futuro, adecuados a la realidad de nuestra organización y sus objetivos de largo plazo, es decir, tener ideas que no sean evidentes. Tales ideas con potencial para generar interés, penden de nuestros talentos para llevarlas de potencia a acto, pero además requieren, en el caso de países y organizaciones, que la sociedad y el propio mercado, le asignen valor y confianza para prosperar.

Sabemos que las continuas y naturales experiencias de adaptación y cambio en los equipos directivos traen consigo cambios en diversos planos. Tales cambios, adaptaciones y modificaciones son propios de las personas, de los directivos, quienes implementan los patrimonios profesionales que traen consigo a cuestas y ello se plasma en el plano de las ideas. En segundo término, ocurren cambios en el plano de las acciones, dado que estos mismos ejecutivos necesitan implantar y ejecutar las ideas, y en tal plano operacional es en el que se decide la suerte de una organización.

Tal modelo de adaptación y cambio sugiere una buena dosis de equilibrio intuitivo y racional en la toma de decisiones, que permita disminuir la tradicional fragilidad que atenta contra la sustentabilidad de las buenas ideas en los sistemas; de tal forma las malas ideas y las que no funcionan bien deben ser el principal foco de acción, lo que la manifestación de equilibrios emergentes y una mayor credibilidad en el sistema.

Es cierto que las ideas son parte central del capital intelectual de las organizaciones y de los estados. Si bien y como hemos visto en estas semanas, la presencia de ellas son valoradas o penalizadas por el mercado, no nos llamemos a equivocaciones: el talento para incorporar, mantener y llevar a la práctica tales buenas ideas, es parte de la ecuación. Quien lleva el timón, conduce -o no- por la ruta de la adaptación, cambio y, por cierto, credibilidad.

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