Despido inmediato: peligrosa (y costosa) costumbre
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Señor Director:
Esta semana nuevamente se levantó en la agenda pública un caso judicial por despido injustificado, el de los ex gerentes de Primus por el uso de cheques falsos. Antes tuvieron amplia connotación pública las causas de la periodista Paulina Allende Salazar, con su calificativo de “pacos” a Carabineros y del ex-subsecretario de Previsión Social, Christian Larraín, acusado de acoso sexual.
Independiente de los resultados de cada proceso judicial, hay denominadores comunes que dan cuenta de una mala costumbre, cada vez más habitual, entre los empleadores. En los tres ejemplos, producto de un escándalo, se tomó una decisión rápida y fuerte: el despido inmediato, acompañado además de una fuerte visibilidad pública, con daño a la imagen del excolaborador.
Es entendible que la presión pública impulse a tomar medidas vistosas y efectistas, pero este tipo de decisiones obligan a la cautela, recabando todos los antecedentes y tomando todas las acciones previas que se requieren para construir la causal de despido. Caer en la tentación del despido inmediato, así como en los gobiernos populistas, puede ser muy caro a la larga.
Oscar Gajardo
Socio del estudio Roberto Zúñiga & Cía