¿De dónde viene el pesimismo?
FERNANDA GARCÍA Investigadora Faro UDD
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Fernanda García
El pasado jueves, el Presidente hizo un nuevo llamado a la unidad nacional en el Encuentro por Chile. Allí agradeció a los participantes del evento, que reúne a comunidades universitarias, organizaciones de la sociedad civil, autoridades y líderes políticos. Al escuchar sus palabras, dan ganas de confiar en su llamado a la unidad. El Presidente tiene razón cuando señala que “en estos días no es tan obvio sentarse a conversar entre distintos (...)”. Es verdad que, como él dice, “a veces pareciera ser más fácil criticar (…), que buscar cuáles son los puntos que nos unen”. También acierta cuando afirma que la ciudadanía parece compartir visiones y aspiraciones en una medida muy superior que lo que las élites políticas son capaces de representar. Reconoce el Presidente “(…) somos quienes estamos en política los que pareciéramos tener más diferencias que el pueblo al que debemos representar”. Dicho reconocimiento se agradece porque evoca un mensaje de unidad.
“¿De dónde cree usted, señor Presidente, que vendrá el pesimismo? En su propia retórica está contenida la fuente de todo pesimismo y desafección ciudadana”.
También es valiosa la referencia que hace a la necesidad de construir a partir de lo existente. El aserto evoca unidad en un doble sentido: primero porque valida lo obrado por sus antecesores con prescindencia del color político; y segundo, porque parece rectificar tácitamente su falta anterior. Por años, su sector político ha propuesto un proyecto radical para refundar Chile desde cero. Cuando hoy afirma que “es un aprendizaje de los años que he estado en la Presidencia, de que estamos construyendo sobre lo que construyeron quienes nos antecedieron”, el Presidente parece tener un gesto de humildad.
Por estas razones, por lo valioso de estas palabras, es que causa confusión y suma frustración cuando a continuación insiste en presentar una retórica odiosa y divisiva. Dice que los “grandes empresarios de este país” padecen de un “pesimismo ideológico”. Desliza que la deprimida inversión interna (que contrasta con la extranjera), se explica por un voluntarismo porfiado del empresariado local, al que acusa de un “rentismo de corto plazo”. Luego agrega que “en Chile algunos pocos creen que la manera de crecer es con el chorreo, mientras los que más tienen van chorreando para abajo”. El discurso además de odioso se funda en premisas equivocadas. Este desconocimiento respecto del funcionamiento elemental de la economía fue evidente también en su intervención en el G20. Allí, tras destacar que desde el retorno a la democracia la pobreza en Chile cayó desde 40% a 6,5%, agregó que aquello había ocurrido gracias a “políticas públicas con perspectiva social y de género, como lo son Chile Crece Contigo o (…) el Sistema Nacional de Cuidados”. No habló, por cierto, del crecimiento económico en esa etapa.
Así, tras ilusionarnos con llamados de unidad y luego frustrarnos con sus referencias a la “ideología” y el “chorreo”, el Presidente se pregunta y nos pregunta: ¿de dónde viene el pesimismo en Chile? La pregunta resulta inverosímil. ¿De dónde cree usted, señor Presidente, que vendrá el pesimismo? En su propia retórica está contenida la fuente de todo pesimismo y desafección ciudadana. Una retórica contradictoria en contenido y tono, que pasa de pedir unidad y celebrar la reducción de la pobreza en Chile, bajo el modelo de mercado con altas tasas de crecimiento en los “30 años”, a denunciar la ideología pesimista del chorreo del gran empresariado en Chile hoy.