Señor Director:
Chile es una economía inequitativa, lo es porque el 20% más rico de la población recibe el 51% del ingreso, las razones se asocian al libre mercado, lo cual es un error garrafal. Hasta la década de los 70, Chile era una economía cerrada y el Estado socialista e intervencionista definía quien y a qué precio producía. Unos pocos privilegiados producían y el resto de los chilenos teníamos que comprarles a ellos productos caros y malos, no había libertad de elegir. No es de extrañarse entonces que la concentración de la riqueza era mucho peor, el 20% más rico percibía hasta el 63% del producto, es decir la inequidad de nuestra sociedad es un herencia histórica derivada de un Estado intervencionista; como lo fue en el pasado, lo mismo pasa con el coeficiente Gini: era un 57%, ahora es un 52%. En los últimos 38 años, ese libre mercado o laissez faire ha reducido la inequidad como ningún otro modelo en nuestra sociedad y en el mundo.
Por otro lado, los resultados de la encuesta Bicentenario confirman que los chilenos, y en especial los más jóvenes, no quieren más Estado: el 43% está por un Estado subsidiario versus un 30% que está por un Estado benefactor; cuando se les pregunta respecto de la igualdad, un 43% piensa que la ayuda del Estado debe enfocarse en los más pobres y sólo un 29% piensa que todos deben recibir lo mismo.
¿Por qué entonces desaconsejan a la ex presidenta Bachelet para que vuelva a recetas que han fracasado en Chile y en el mundo? La única respuesta que se me ocurre es las tres G de los políticos: gobernar para gravar, para gastar.
Ricardo López Bisquertt
Señor Director:
La proclamación de Michelle Bachelet, ha sido el hito con el que se inició la ardua labor de los equipos de trabajo de cada candidato por posicionar en los medios y en el colectivo ciudadano votante a sus figuras políticas. Así pues, las campañas comienzan a emerger con más relevancia y van mostrando desde ya el tono que seguirán para conquistar al electorado. En una tendencia que lleva años desarrollándose en nuestro país, las campañas políticas se han centrado más en las cualidades personales de los candidatos que en sus partidos; en promesas de políticas complacientes que en programas de gobierno; en fin, son verdaderas campañas publicitarias que apelan a la sensibilidad de los consumidores.
En esta línea, hoy vemos a Bachelet liderando una carrera electoral sin apuros en construir un programa de gobierno; comprometiendo su palabra en temas de relevancia social; y con discursos que apelan a la cercanía ciudadana.
Siguiendo esta lógica, podemos hacer política ficción y prever que pronto no sólo tendremos promesas en educación (como hace unos días), sino en temas relativos a la salud; una postura firme sobre la pretensión boliviana de salida soberana al mar; intención por cambiar el sistema binominal, entre otras cosas.
La Alianza, por su parte, también juega en este terreno, lo que nos ayuda a anticipar que si bien Allamand posee un mucho mayor peso político y experiencia que Golborne, quien liderará en la batalla con la Concertación será el ungido por el dilema minero.
Marcelo Berguño R., Cientista Político - Historiador .
Señor Director:
¿Alguien sabe exactamente cuántos somos? Según las declaraciones del propio presidente, una vez dado a conocer los resultados del último Censo realizado por parte del INE, no descarta que seamos más de 17 millones cuando entren a proceso de revisión las encuestas. Lo único cierto es que del dicho al hecho puede haber un gran trecho.
Francisco Abarca Tuzzini
Señor Director:
El término lo acuñó con precisión don Joaquín García Huidobro. Micheletear: “conducta política que consiste en esquivar el pronunciamiento sobre los temas fundamentales recurriendo al silencio o a maniobras distractivas”.
Gabriel Guiloff