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Cartas

Cartas al Director

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 3 de julio de 2015 a las 04:00 hrs.

Señales claras para un observador normal
Señor Director:

Y siguen las evidencias que la economía va mal. No querer verlo es simplemente intentar negar la realidad. El crecimiento del Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) apenas fue de 1,7% anual en abril, el desempleo subió con fuerza en el trimestre móvil terminado en mayo (a 6,6%), los indicadores sectoriales no muestran ninguna mejoría, y las expectativas siguen en terreno negativo. Reconocido este hecho ahora debemos pasar a ver cuál es la causa, y luego, cuales son las soluciones posibles.

Si pensamos que la causa es externa debiésemos ser capaces de gestionar un mundo más difícil, lo cual no se logra a través de seguir añadiendo incertidumbre, sino todo lo contrario. La alternativa es pensar que porque viene de afuera no tenemos nada que hacer. Obviamente no es el caso ni en que el problema es externo (al menos no en lo grueso), ni en que no tendríamos nada que hacer.

Si pensamos que el problema es de la administración anterior, parece un problema muy mal gestionado, pues llevamos más de un año echándole la culpa a otro. Asumamos que es cierto, que el problema venía de otro, en todo este tiempo se podría haber hecho algo mucho mejor. Esta explicación que podía ser dada a mediados del año pasado, ya no es muy verosímil.

¿No será que tratamos de ocultar nuestra propia culpa?

Ciertamente el mundo es dinámico -a veces favorable, a veces no tanto-, o una eventual inadecuada gestión pasada podría tener impactos actuales, ¿pero acaso hemos escuchado culpas propias de nuestras autoridades? Negar que las reformas -mal diseñadas, mal pensadas e improvisadas-, no generan nada en la economía, y todo es exógeno, es francamente no ver lo que está pasando.

Sinceramente no espero un reconocimiento explícito de los errores, pero sí al menos un cambio en la equivocada hoja de ruta por la que nos han hecho transitar, aunque se entregue cualquier excusa para traicionar el programa de gobierno.

Félix Berríos Theoduloz
Magister Economía, PUC


Voto voluntario
Señor Director:

Probablemente, y a la luz del desencanto y desconfianza ciudadana hacia la actividad política, pareciera mucho más sencillo recurrir a aspectos normativos que regulen el comportamiento cívico de los ciudadanos (mas no así el de quienes ejercen el poder) en desmedro de realizar el ejercicio de convocar y orientar los esfuerzos hacia un trabajo que se ocupe por reencantar al electorado considerando los comicios venideros durante 2016 y 2017.

El voto voluntario refleja, en la forma más nítida, el carácter del voto como un derecho asignando correctamente los incentivos en el juego de la política. Éste es el origen histórico del sufragio y la razón por la cual es tan valioso para los liberales convirtiéndose en una herramienta frente al poder políticamente organizado. En concreto, si un gobierno goza de buena salud es muy probable que el elector, ejerciendo su derecho, lo reconozca con su voto a través de una reelección o la mantención de la coalición de turno en el poder. Por el contrario, si un gobierno no es saludable y ha generado una suerte de metástasis negativa en las vidas de sus ciudadanos es probable que los votantes legitimen la alternancia en el poder buscando más y mejores oportunidades para su bienestar posibilitando la competencia de diversos actores que deberán tener presente que sus promesas, compromisos y todo aquello que manifiesten durante sus períodos de campaña deberá ser cumplido a cabalidad y sin improvisaciones porque serán los ciudadanos quienes, en caso de incumplimiento a los compromisos o expectativas, tendrán la posibilidad de rotar el poder. Si el voto es voluntario, los candidatos tienen mayores incentivos para tratar de seducir, cautivar y motivar a los ciudadanos generando más competencia y participación.

A diferencia de los derechos, los deberes pertenecen por completo al Estado, el que puede agravarlos y manipularlos con bastante discrecionalidad. Por esto, y siendo fieles al origen e historia liberal del voto, debemos concebirlo como un derecho. Y como todo derecho, su ejercicio debe ser voluntario.

Rodrigo Durán Guzmán
Comité Profesionales Amplitud

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