Fin al lucro
Señor Director:
La billetera fiscal es una, por lo cual todos los dineros del Estado salen del mismo bolsillo. Es por esto que sorprende el concepto envuelto dentro de la reforma educacional que pone fin al lucro, para que todos los capitales invertidos se utilicen en ella. Todo el gasto debe beneficiar directamente a los niños, señalan.
Cualquier individuo que maneja un presupuesto familiar entiende que lo que no se gasta en una parte se termina gastando en otra, y que todo pago equivalente influye de igual manera en la billetera. Por eso que se termine con el lucro en la educación y no en la salud, en defensa, o en la construcción carece absolutamente de sentido. Todos los dineros salen del mismo lado, y cualquier ganancia que se financie lesiona el mismo presupuesto, por lo demás siempre deficitario.
Permitir el lucro en la construcción de las viviendas sociales o en la compra de armamentos, para el erario tiene las mismas consecuencias, y desde un punto de vista económico es exactamente igual. Un millón de dólares en beneficio de una constructora pesan lo mismo que uno en favor de unas escuelas, y es por eso que un "principio" rector como éste carece de sentido financiero si no tiene aplicación general.
Podría comprenderse que el gobierno decidiera –espero que no- que todos quienes contraten con el fisco no tengan fin de lucro para aprovechar el 100% de los dineros, por lo menos habría un poco de coherencia, pero que solamente sea aplicable a la educación llama la atención por la absoluta falta de lógica financiera.
Es por eso que llama mucho la atención que se justifique dicha medida como de dicha índole, porque carece absolutamente de sentido.
¿Dejar fuera la influencia de los privados en la educación, quizás?
Cristián Gabler, Abogado
Copa América, lo bello y lo sublime
Señor Director:
En su célebre ensayo "Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime", el filósofo Immanuel Kant describe a lo sublime como lo que conmueve, y a lo bello como lo que encanta.
Así, por ejemplo, son sublimes "la vista de una montaña cuyas nevadas cumbres se alzan sobre las nubes", o "la descripción de una tempestad furiosa"; y bello sería, por ejemplo, "un brillante día".
Si Chile gana la Copa América, ese mismo hecho y el sentimiento de alegría que embargaría a gran parte del país, serían bellos. Si la copa se gana con un gol de último minuto, y ese gol lo convierte Pinilla, sería sublime.
Juan Luis Hernández Viera
¿Una nueva Michelle Bachelet?
Señor Director:
En una clase magistral que Michelle Bachelet dictó en la Universidad de la Sorbonne, tras recibir un doctorado honoris causa, entre otros importantes anuncios ella declaró que "Chile no tolera más privilegios ni influencias injustificadas". Yo me pregunto: ¿está la Presidenta diciendo que sacará del gobierno a todos los parientes de ministros, senadores y diputados que ocupan importantes cargos? También manifestó que "para recuperar la credibilidad de lo político, no tenemos derecho a hacer oídos sordos a la realidad que golpea nuestra puerta". ¿Está diciendo la Presidenta que finalmente oirá a la gran mayoría de chilenos que día a día están golpeando las puertas de La Moneda pidiendo que el gobierno se haga cargo de poner freno a la creciente y más agresiva delincuencia y manifestando descontento con las deficiencias de las reformas tributaria y educacional?
Lo anterior me lleva a concluir que durante este viaje por Europa Michelle Bachelet ha estado tomando consciencia que la tolerancia de los chilenos se está acabando.
Hugo Zamorano
Gestión y relato
Señor Director:
Cuando la gestión reemplaza a la política, se pierde el bendito relato. Cuando la política reemplaza a la gestión, se extravía la maldita realidad.
Gabriel Guiloff