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Cartas

Cartas al Director

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 3 de agosto de 2016 a las 04:00 hrs.

Afiliados y cotizantes

Señor Director:

Importante es manejar la diferencia entre los conceptos previsionales de afiliado y cotizante del sistema AFP, pues en la discusión actual no se hace la diferencia y se debe tener muy presente.

Los afiliados son todos aquellos que tienen una cuenta en alguna AFP, mientras los cotizantes son los afiliados que cotizaron durante el último mes.

En la actualidad, los afiliados al sistema AFP superan los 10 millones, mientras que los cotizantes sólo superan los 5 millones, por lo que prácticamente uno de cada dos afiliados no cotiza.

El dato anterior es relevante, pues de volver a un sistema de reparto los que no cotizan no tienen derecho a pensión, o peor aún, aquellos que tienen recursos coticen sólo el periodo donde se calcula la tasa de reemplazo, defraudando al sistema, algo común en el antiguo sistema.

Los desafíos previsionales van alineados con el mercado laboral, pues quien no cotiza no construye una buena pensión, y hay cinco millones de afiliados que no lo hacen.

Eduardo Jerez Sanhueza

Comparaciones relevantes

Señor Director

Con poco análisis cuantitativo se escuchan opiniones induciendo a subir las cotizaciones para mejorar las pensiones a pesar que ni es ese el problema ni sus efectos se verían antes de 15 años. El problema son los alargues de las expectativas de vida y eso sólo se arregla en el corto plazo subiendo las edades de jubilación, lo que se puede hacer voluntariamente ofreciendo un incentivo proporcional a la postergación. En el caso de las mujeres esto es urgente.

Se hacen comparaciones y se dice que la pensión “promedio” del sistema de AFP sería baja, pero se ignora que ese promedio incluye personas que cotizaron pocos años pero que a pesar de eso reciben una pensión, lo que no ocurría en el sistema de reparto, en que con menos de 10 o 20 años cotizados no recibían nada. Tampoco recibían pensión si no habían cotizado en los últimos 3 o 5 años. Así es como un 51% de aquellos que cotizaron al sistema de reparto no recibieron pensión, por lo que ambos “promedios” no son de igual categoría ni comparables.

Juan Ariztía Matte

El valor de la “millonaria”

Señor Director:

Desde que tengo memoria era usual señalar que la firma hacía responsable a las personas y, que era de sentido común, que quien firmaba algo lo hacía porque lo había leído o, por lo menos, porque se hacía cargo de lo que ahí se encontraba. Hoy, como lo dejan claro los casos de la senadora Allende y la alcaldesa Tohá, quien firma no se hace cargo ni acepta responsabilidad alguna. Quienes firman prefirieron no leer ni preguntar nada. ¿Para qué firman entonces?

Messi, condenado hace poco por fraude tributario, reclamó lo mismo. Su padre manejaba los negocios, por lo cual él no preguntaba ni revisaba nada. No era su obligación averiguar. Pero esto no le resultó. Le aplicaron la llamada doctrina de la ignorancia deliberada. Como el deportista optó voluntariamente por no tener información sobre sus impuestos, le hizo presumir al tribunal barcelonés que algo sospechaba. Este último agregó que quien se pone en situación de “no querer saber aquello que puede y debe conocerse y, sin embargo, se beneficia de esa situación, está asumiendo y aceptando todas las posibilidades del negocio en el que participa”.

Continuó señalando que “La persona que no quiere conocer voluntariamente el origen de los efectos sobre los que actúa puede afirmarse que conoce el origen delictivo, pues con su acto de negar las fuentes de conocimiento se está representando la posibilidad de la ilegalidad de su actuación”. La ignorancia en este caso no lo hizo libre.

En un mundo en que la palabra no vale ni obliga a nadie, ¿se imagina si la firma tampoco?

Cristián Gabler

Abogado

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