Señor Director:
El problema energético chileno se origina en un bloqueo mental paralizante.
Por un lado los partidarios de la energía hidráulica se topan con el hecho que las grandes centrales tipo Rapel, El Toro no son reproducibles y se agotaron esas alternativas, quedando sólo la posibilidad de pequeñas centrales “de pasada” que por su reducido tamaño no solucionan el problema. Las de Aysén no serían para antes de diez años, época en que probablemente se habrán desarrollado las centrales solares a costos competitivos.
En el corto y mediano plazo-menos de diez años- hay sólo una fuente de energía posible para suplir las necesidades del paIs: centrales térmicas, las que pueden estar operando en cinco años con la cantidad requerida de MW, a lo largo de la costa nortina, cerca de los centros de consumo. Esta alternativa, sin embargo, se topa con la noción circulante en los países desarrollados y difundido por algunos acá sobre “el efecto invernadero” de los gases emitidos, asunto que al prender en la imaginación de la gente hace que a su vez políticos, funcionarios y jueces miren con desconfianza y obstaculicen esta alternativa.
De la energía nuclear no se habla y otras tampoco soluciona mucho en el corto plazo. Romper este nudo gordiano destrabando el bloqueo mental paralizante, creo que es papel educacional del Estado.
Debe explicarse a la gente que Chile emite sólo el 0,2 % del CO2 mundial, que Estados Unidos y China emiten el 40%, por lo que si Chile sube al doble su emision o la baja a la mitad, da los mismo para el “efecto invernadero”.
Podríamos producir 10.000 MW térmicos adicionales en los próximos años y resolver definitivamente el problema, pero primero hay que desbloquearse.
Juan Ariztía Matte
Señor Director:
El presidente anunció el despacho de un proyecto de ley que establece un bono solidario de alimentos dirigido a las familias de mayor vulnerabilidad consistente en $ 40 mil por familia más $ 7.500 adicional por cada hijo.
Las condiciones objetivas lo ameritaban y me parece una medida correcta y adecuada. La inflación general en los últimos doce meses llega al 3,5% (abril a abril), mientras que los alimentos por ejemplo exhiben un alza del 8,4%.
Según la canasta referencial de cálculo del IPC, la división de alimentos tiene una ponderación de casi 19%. El problema es que las familias más pobres destinan una proporción mucho mayor al ítem alimentos en comparación a una familia de ingresos altos. Las estimaciones revelan que cerca del 37% del presupuesto del grupo social de menores recursos se va a comida en tanto que para las familias del quintil más rico esa proporción es menor al 15%. Esto hace que un aumento en algo tan básico como la alimentación signifique un desajuste importante en la economía familiar de los más vulnerables puesto que son ellos los que destinan una mayor fracción de sus escasos ingresos a gastos de alimentación, lo que a su vez los obliga a recortar otros ítems y finalmente disminuye con mayor fuerza su poder adquisitivo.
Patricio Ramírez R.
Director Ingeniería Comercial Universidad Autónoma de Chile
Señor Director:
¿Dónde están todos aquellos sesudos intelectuales de izquierda que hicieron fiesta con el colapso de Wall Street -clamando al cielo por la cabeza del “capitalismo salvaje”- ahora que ha quedado en evidencia que el delicioso “estado de bienestar” europeo no es más que una utópica quimera?
Gabriel Guiloff