Señor Director:
El Tribunal Constitucional no acogió el requerimiento presentado por un grupo transversal de senadores contra el proyecto de Linkage (vinculación entre patentes y registro sanitario).
Queda la impresión, que al Tribual Constitucional no le pareció prudente avocarse a una revisión a fondo de la constitucionalidad del Linkage, en una temprana etapa legislativa. Expresamente en el fallo se habla de “interposición prematura”.
En definitiva, el mensaje que se puede leer entre líneas, es de cierta “deferencia al legislador”, es decir, el Tribunal Constitucional no se pronunciará categóricamente mientras no se haya consolidado el debate legislativo. Ello es respetable.
¿Qué pasará con el proyecto? El subsecretario de Economía declaró que no le dará urgencia, dado que el Trans-Pacific Partnership (TPP) podría impactar en el proyecto de ley de Linkage. En concreto, indica que “lo que ha surgido en las rondas de negociación es algo que incluso es más rápido aún en términos de protección”, es decir, mucho peor.
Con el Linkage se puede bloquear fácilmente a un genérico, ya que es un mecanismo automático. Incluso si el juez tiene la íntima convicción que no hay infracción de patente, deberá suspender el otorgamiento del registro sanitario del genérico. ¿Razonable? No. Ello es campo fértil para abusar del Linkage, produciendo que medicamentos de más bajo costo no estén disponibles, y deba el consumidor o el Estado pagar precios monopólicos ¿lo queremos? ¿es una política pro salud? No.
José Luis Cárdenas T. , Abogado, LL.M. & Ph.D., Académico y Asesor del Directorio de ASILFA
Señor Director:
¿Con qué atribución divina que desconocemos el ex subsecretario Patricio Rosende determina cuáles son los límites de la investigación del 27F y quiénes, y en qué grado, son los responsables? En Chile, donde se respeta el Estado de Derecho, ese rol le cabe exclusivamente al Poder Judicial.
Fernando Ávalos P.
Señor Director:
La llegada y oficialización de la candidatura presidencial de Michelle Bachelet marca sin lugar a dudas el inicio formal de las contiendas entre los candidatos de cara a la elección presidencial del mes de noviembre, previo paso por las primarias que definirán a los candidatos de los dos grandes bloques políticos de nuestro país.
Pero el retorno de Bachelet también ha marcado el regreso de las nunca bien vistas descalificaciones y un tono beligerante, especialmente por algunos sectores del oficialismo, que se a visto plasmado en las redes sociales, la prensa y todo aquel espacio de expresión que permita dar cuenta de las diversas posturas y reacciones. Ahora bien, en democracia y bajo la lógica imperante del estado de derecho es justo pensar que esta suerte de incontinencia verbal sea propia de las reglas del juego político. No obstante, y con una opinión pública que cuenta a su haber con más y mejores herramientas de información, permitiendo de paso construir opiniones y argumentos sobre la base de hechos que van más allá de la viceralidad, parece increíble la rapidez con la cual la involución se hace manifiesta cayendo en los artilugios banales más clásicos del quehacer político. Y grandes responsables de este retroceso son precisamente miembros de nuestra clase política activa, quienes en su verborrea son incapaces de medir y discernir sobre las consecuencias de sus acciones. Peor aún, sientan el precedente para que los ciudadanos opten por el camino fácil y caigan no sólo el juego de denostar, sino también motivar a otros a realizar la misma acción sin tener una coherencia, un sustento o mucho menos argumentos propios.
En este sentido vale la alegría hacer un llamado a las coaliciones a tener altura de miras y a los candidatos a presentar propuestas programáticas que vayan más allá de temas tales como salud, educación, empleo, seguridad. Hay otros temas país, como por ejemplo, desarrollo sostenible, matriz energética, inversión en capital humano, innovación y desarrollo, desarrollo de las tecnologías de la información, etc. Para esto es necesario trabajar más y hablar menos.
Rodrigo Durán Guzmán