Señor Director:
El viernes pasado ocurrieron cirunstancias que, en principio, parecían no estar relacionadas… La primera actividad fuera de la oficina nos llevó a cumplir un compromiso pro-bono que habíamos establecido en un liceo técnico de Colina: dar una conferencia sobre “liderazgo y motivación”. Y como ocurre en estos casos, debía echar mano de algún material tan visual como inspirador, para “intentar” cautivar las miradas, mentes y corazones, de un auditorio de los más difíciles para quienes acostumbramos a formar adultos: estudiantes de tercero y cuarto año medio.
Fue entonces cuando decidí utilizar lo mejor que tenía a mi disposición: la presentación que mi amigo Felipe Cubillos me había regalado, junto a otros materiales, para trabajar en un libro que publicaríamos juntos, mezclando las experiencias de alta mar con la vida empresarial. Serían las ideas que ahora explicaba in extenso en sus conferencias para motivar a todos sobre la reconstrucción nacional, las notas clave para intentar tocar el alma de estos estudiantes lejanos para nosotros en aquel momento.
Hicimos, entonces, la presentación y los mismos estudiantes que momentos antes se mostraban inquietos, e incluso desconcentrados, se mostraron atentos, silentes y participativos de la secuencia de imágenes, frases y motivadoras ideas, que en todo momento hicimos con orgullo en nombre de nuestro amigo. La experiencia fue muy positiva, por lo que no podía esperar para llamar a Felipe y contarle, sabiendo que como siempre él recibiría mi llamado con la alegría y motivación que le caracterizaba. Luego supe que se había ido con el “Desafío” a Juan Fernández. El domingo supe que no volverá.
Nunca sabré cómo, pero Felipe siempre encontró el modo de llenar nuestras almas de desafíos: por el Cabo de Hornos, por Levantar Chile, por preocuparnos de los demás y por todo aquello que este país necesitaba para ser mejor. Tenía, además, la porfiada costumbre de demostrar que los sueños eran posibles y ante tales evidencias no teníamos más opción que seguirle.
Nunca podremos con el desafío de igualarlo, pero nos hemos quedado con el gran desafío de seguirlo.
Francisco Javier Garrido
Socio Director EBS Consulting Group
Señor Director:
Lo único que se puede decir sobre la tragedia de Juan Fernández es que es terrible. Por ello, lo que resta por ahora es mandarle fuerza a las familias de las víctimas.
Juan Carlos Villanueva
Señor Director:
Dice A. Orrego Luco de Victorino Lastarria: “Fulminaba esa política de las concesiones cobardes que llamaba “política de la madre rusa” quién sorprendida en las estepas por los lobos les fue arrojando sus hijos uno tras otro tratando inútilmente de saciarlos hasta que cayó ella misma devorada “. “Esa es la política de los sacrificios inútiles, decía, no debemos abandonar nunca la lógica ni la integridad de las doctrinas, es preferible no hacer nada a hacer algo malo a sabiendas”... y continuaba “ yo sé lo que significa eso de que “es necesario adaptarse a las circunstancias”.... y todas esas frases vacías con que se escuda la cobardía de unos, el egoísmo de otros y la debilidad de todos”.
Pareciera conservarse esta idiosincracia de 150 años atrás, ojalá también en lo bueno.
Juan Ariztía Matte