Cartas al Director

Señor Director:


En su columna, don Eduardo Bitran critica a quiénes se oponen al impuesto a los combustibles, por no corresponder a un cierto consenso que existiría en círculos generalmente bien informados y que favorecen dicho tributo.

Dicho consenso favorable al impuesto a los combustibles es un error en parte interesado y en parte teórico y que revela desconocimiento del Chile real. La parte “interesada” del error corresponde obviamente a los recaudadores de impuestos -el fisco- que encuentra aquí una fuente fácil de ingresos. Dada esta situación el paso siguiente es elaborar justificaciones más o menos sofisticadas para legitimar un tributo discrecional y caprichoso dirigido nada menos que al traslado de personas. Entre estas justificaciones la primera es que el tributo sería mayor a los “ricos” que a los “pobres”, es decir la clásica monserga actual que pareciera justificarlo todo en un mundo gobernado por encuestas. Sin embargo, la base en que descansa este supuesto argumento tampoco es concluyente porque los estudios al respecto son incompletos: si bien es obvio que los ricos tienen más autos que los pobres, no está demostrado que el impacto proporcional sea mayor en los ricos; ningún rico guarda el auto porque suban los combustibles pero muchos pobres si lo deben hacer. Tampoco está estudiado el efecto en los pobres de entorpecer el traslado de personas que lo hacen trabajando por necesidad de las empresas y que al subir sus costos baja su competitividad y capacidad de remunerar y generar empleos.

¿Cómo puede ser sano en una economía competitiva castigar la movilidad de un factor productivo fundamental como es el de la gente?.. salvo que alguien crea desde un teórico escritorio que los combustibles sólo se gastan los fines de semana para salir de Santiago. Igualmente errado y discriminatorio es combatir la contaminación con este impuesto: no contamina lo mismo un vehículo en Stgo que en Pta Arenas, pero paga lo mismo, entre otros absurdos cuya enumeración supera el espacio de una carta. 


Juan Ariztía Matte 




Señor Director:


En época de elecciones, los únicos servidores públicos confiables son los garzones.



José Luis Hernández Vidal




Señor Director:


He seguido con atención la polémica suscitada por un supuesto incumplimiento de las listas de atenciones AUGE. Todo ello ampliamente publicitado por parlamentarios de la oposición. El informe final de la Contraloría da la razón al Ministro de Salud en el sentido que no había falseamiento de la información y que ella era fidedigna.

Es penoso ver que parlamentarios, supuestamente elegidos, por su capacidad intelectual y honestidad pueden involucrarse en este tipo de espectáculos bochornosos. Demostraron que sus opiniones eran infundadas y su único efecto fue tratar de desprestigiar la obra del gobierno de turno. Lo más preocupante es que entre los denunciantes se encontraban parlamentarios cuya profesión es la medicina.

Una pregunta razonable es, si en el ámbito de su especialidad demuestran imprudencia y juicios injustificados ¿cómo actuarán si se les saca de este campo y deben opinar y votar en asuntos de los cuales no son especialistas? Debemos recordar, los ciudadanos tenemos derecho a esperar de nuestros parlamentarios una mayor prudencia en su actividad. Este derecho se acrecienta, si tenemos en debida consideración que nuestros parlamentarios están dentro de los mejor rentados en la América Latina y por ello, supuestamente, deberían estar a la altura de lo que perciben mensualmente y que todos los chilenos ayudamos a costear.

¿Veremos una excusa pública de estos parlamentarios por su increíble equivocación? No me hago demasiadas ilusiones, al parecer nuestros parlamentarios no tienen en gran estima la memoria de los chilenos. Suponen que como falta mucho tiempo para la próxima elección, los electores ya habrán olvidado este penoso incidente y su falta de prudencia en las denuncias públicas que realizaron en este caso y muchos otros que hemos visto en estos años.



Manuel Jiménez Rojas