Señor Director:
Se ha dicho que gracias al FUT algunas empresas terminan casi sin pagar impuesto, que el propio FUT es un impuesto retenido, que las reinversiones que presupone no siempre se ejecutan, etc. Hablando en términos simples, el FUT es sólo un registro de las utilidades que han tributado en las empresas (actualmente con el 20%), que se lleva con el fin de poder darlo de abono al impuesto global complementario que deberán pagar sus dueños cuando retiren esas utilidades, lo que es un incentivo para no retirarlas sólo en tanto el impuesto de las empresas sea menor al de las personas.
No quiero aventurarme a especular qué se propone hacer con el FUT acumulado, que dicen bordea los US$ 250.000 millones, pero la eliminación de este registro a futuro ya provocaría un problema adicional a las Pymes, que en gran medida son empresas familiares: sus dueños, que viven de sus utilidades, tendrían que pagar global complementario sobre sus retiros sin gozar del crédito del impuesto pagado a nivel de empresa del que gozan actualmente.
En la OCDE, nuestra referencia preferida, las utilidades no distribuidas de las corporaciones pagan tasas de impuesto similares a nuestro 20% y nadie postula que esas utilidades debieran pagar los impuestos personales de los dueños. Además, en el promedio de la OCDE las empresas contribuyen vía impuestos con el 3% del PIB, cifra que en Chile ya es del 6%, porque la base es más amplia. ¿Conviene entonces aumentar la tasa?
Helmut Stehr W.
Señor Director:
Si bien estoy de acuerdo con lo señalado por el director general del Consejo para la Transparencia (CPLT) en la columna publicada ayer, quisiera sin embargo hacer algunos alcances al mismo.
Primero, la transparencia no es un fin en sí mismo, sino un medio para facilitar la generación de ciertos impactos. Segundo, una cultura de transparencia puede servir para que el ciclo de las políticas públicas sean alimentados con datos relevantes, fiables y precisos, y además que los mismos sean respaldados por sistemas de información adecuados que permiten una buena gestión documental y del conocimiento.
Tercero, una cultura de transparencia en sí misma no detiene la corrupción ni la inoperancia gubernamental, sino que otorga un subsidio para superar el complejo problema de acción colectiva que implica controlar a los gobiernos de turno y a la burocracia.
Cuarto, el impacto generado por la cultura de la transparencia debe ser medido, ya que la misma no es gratis. La transparencia pasiva es onerosa y, por ende, el desempeño del CPLT debe ser evaluado periódicamente. Quinto, una cultura de la transparencia debiese estar más orientada a satisfacer las exigencias de la transparencia activa con una política pública real de datos abiertos. En la medida que tengamos más datos abiertos, las políticas de transparencia no sólo contribuirán al respeto y cumplimiento del derecho ciudadano al acceso a la información, sino también al desarrollo de mejores políticas públicas, y al aumento de confianza entre los ciudadanos, los funcionarios públicos y los políticos.
Rafael Pastor Besoain
Señor Director:
Recuerdo haber visto hace poco un breve video que muestra a una candidata recomendándole a otro candidato que, para la foto, se ponga el delantal de médico, pues ello “es grito y plata”. Parece que también es grito y plata el ofrecer como una de las primeras medidas a ejecutar, si es que sale elegido a la presidencia de la República alguno de los candidatos de la izquierda, la realización de una gran Reforma Tributaria. La candidata del PS, PPD y PC ya ha disparado una propuesta con cifras, consistente en subir el impuesto a las empresas a 25%, con el noble fin de mejorar la educación.
Como contribuyente me pregunto si sería necesaria dicha alza tributaria, con todas las consecuencias en materias de crecimiento, generación de empleo y otras, de gran relevancia para los más pobres, si hubiésemos podido ahorrar en episodios como enormes e interminables subsidios al Transantiago, pensiones a falsos exonerados, caros desmalezados, Chiledeportes, sobresueldos y tantos otros gastos de difícil justificación.
Rodrigo Cooper Cortés