La intervención del Banco Central del mercado cambiario para limitar el proceso de apreciación, podrá tener impactos de corto plazo y reducir las fluctuaciones en el tipo de cambio; sin embargo, difícilmente podrá alterar la trayectoria de largo plazo del tipo de cambio.
En el largo plazo el tipo de cambio está afectado por los términos de intercambio y el nivel de ahorro doméstico. Esta apreciación cambiaria de largo plazo afectará seriamente la competitividad y diversificación de nuestras exportaciones. Si el aumento del precio del cobre fuera permanente y los recursos que dispone Chile pudieran durar muchas décadas, sólo deberíamos preocuparnos de captar una proporción significativa de las rentas del cobre y reinvertirlas en capital humano e infraestructura para emplear a la población en servicios sofisticados muy bien remunerados. El problema es que nos puede pasar lo del salitre: que el precio colapse luego de algunos años y que aquellos sectores que quebraron o cerraron como consecuencia de la apreciación, pierdan activos intangibles irrecuperables que les impida insertarse nuevamente en el mercado internacional.
Los efectos de histéresis en el comercio exterior, de una apreciación transitoria, afectará la estructura productiva futura cuando se modifiquen los precios relativos internacionales, el ajuste se producirá con una dramática caída e los salarios. Es por ello que desde una perspectiva dinámica, no es eficiente permanecer impávidos frente a este fenómeno que puede tener profundas consecuencias en la estructura productiva de Chile y en la distribución del ingreso. Y las medidas del central no pueden prolongarse por mucho tiempo y, por tanto, no afecta el equilibrio de largo plazo. ¿Qué hacer entonces? Captar una mayor proporción de las ganancias extraordinarias de los recursos naturales que generan rentas y reinvertirlo en capital humano, educación, en el desarrollo del sistema de innovación e infraestructura económica, todo ello aumentará la productividad de la economía y permitirá el desarrollo de nuevas actividades transables de alto valor. Como hacerlo manteniendo los principios de economía social de mercado. La propuesta de algunos economistas como Luders y de Haindl de tipo de cambio diferenciado genera distorsiones importantes en la economía e incentivan a invertir en eludir el sistema (ver el ejemplo de Venezuela) ¿Cómo invertir, entonces, en productividad si al mismo tiempo debemos aumentar el ahorro público para no hacer más pronunciada la apreciación cambiaria? Establezcamos impuestos a las rentas económicas de los recursos naturales que se ven beneficiados con rentas extraordinarias debido a precios excepcionalmente altos. Cómo hacerlo sin discriminar actividades económicas específicas y desincentivar la innovación empresarial. Una alternativa interesante de considerar es establecer para las empresas, un impuesto por tonelada de CO2 emitida en forma directa e indirecta por el consumo de electricidad, en proporción a la intensidad de emisiones por peso de valor agregado. Aquellas que tienen baja intensidad quedan eximidas y las que tienen mayor intensidad pagan más. Existe una elevada correlación entre intensidad de uso de CO2 y rentas de recursos naturales, lo cual permitiría mejorar nuestra imagen ambiental internacional y aumentar la inversión en productividad y capital humano.