¿Calidad? Cambiemos el foco en educación
Cristián Saieh Mena Director Negociación UC
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Cristián Saieh
Hoy se discute mecanismos para mejorar la calidad de la educación, pero poco se ha reflexionado sobre el tipo y los objetivos que queremos. Seguimos enviando a nuestros hijos a colegios que parecen bunkers, en los cuales un profesor se para frente a los alumnos y entrega una serie de conceptos e información, llamados “materia”, en forma monótona, con casi nula interacción con los jóvenes, que llegan a sus casas a memorizar lo que se les repitió en extensas jornadas, quejándose amargamente de lo aburrido que resulta tragarse la “materia”. ¡Con justa razón¡ Imaginemos un dron filmando esta situación: seguramente se vería un espectáculo bastante patético. ¿Es esto lo que necesitamos? Ciertamente no.
¿Por qué? Ya que vivimos una época en que lo único que sabemos es que sabemos muy poco de casi nada; que lo que sabemos quedará obsoleto muy luego y que no tenemos la más mínima idea de lo que ocurrirá en pocos años más en el mercado laboral, el financiero, el del retail, la biomedicina, la inteligencia artificial y un largo etc. Algunos ejemplos lo ilustran. Sabemos que el conocimiento en medicina en cinco años queda obsoleto; que las ciencias generan permanentemente descubrimientos que cambian sustancialmente lo conocido y que la economía de la cooperación transforma industrias a cada instante.
Especialmente, los avances que la tecnología nos provee son tan rápidos y estamos tan imbuidos en ellos, que no nos damos cuenta. WhatsApp se popularizó seis años atrás. ¿Algún lector imaginaría un mundo sin esta aplicación, tan influyente que la gente camina y maneja mirando su celular, conectada con “su red”? Pregúntese el lector qué es lo que mira por primera vez al levantarse en la mañana; y en la noche, ¿lo último al acostarse?
Por eso, sabiendo que la tecnología nos provee una nueva forma de vivir en sociedad y de obtener y procesar información, ¿las formas y objetivos de la educación debieran ser los mismos que hace dos siglos? ¿Es relevante que nuestros hijos memoricen que Pompeyo Craso fue rival de Marco Licinio Craso, y al principio aliado de Julio César? ¿No será mejor que en sus colegios, además de Roma, reflexionen críticamente sobre la importancia de la colaboración en una sociedad cruzada por la inteligencia artificial?
Con tan profundos cambios, nuestros hijos tal vez requerirán estudiar muchas carreras, más cortas, y varios post grados, seguramente online, y continuar su educación toda la vida, para así realmente aportar y tener un espacio en la sociedad. Y, como dicen los pensadores de la educación del futuro (Davidson 2016), lo que sí debiéramos enseñar y aprender en nuestros estudios formales son las cuatro “ces”: cooperación, comunicación, creatividad y pensamiento crítico.
Son éstas las mal llamadas habilidades blandas, erróneamente nombradas así porque, en realidad, son las aptitudes y distinciones que nos permitirán desarrollarnos con éxito en un mundo próximo. ¿En 10 o 20 años más? Un mundo para el que tenemos que prepararnos y que no tenemos idea cómo será.