Los desafíos de la generación Z para las empresas
Cristián Lefevre Presidente de EY Chile
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Cristián Lefevre
La generación millenial significó un gran cambio para las empresas, las que han debido aprender a adecuarse tanto a sus requerimientos de consumidores como a exigencias a la hora de trabajar. Y aunque hay varias compañías que aún están lidiando con lo que significa ser millenial, ya existe una nueva camada de jóvenes, conocidos como generación Z, que si bien coinciden en algunos aspectos con sus antecesores, ya están marcando diferencias.
¿Por qué es importante conocerlos? Porque es preciso saber cómo se desenvuelven y cómo piensan aquellos que son los futuros talentos que buscaremos atraer y que liderarán el mercado.
Con este fin, EY realizó el año pasado una encuesta multigeneracional a 1.800 personas en EEUU, de entre 14 y 60 años, que nos entrega algunas pistas. Lo primero que hay que tener claro es que la generación Z, cuyos integrantes de más edad tienen sólo 20 años, es mucho más que “otros millenials”. Los Z, que prácticamente nacieron con una tablet bajo el brazo, tienen una mirada global y son autodidactas, ya que cuentan con muchas herramientas para investigar e identificar, por ejemplo, detalles de los productos y ofertas que mejor satisfacen sus necesidades. Han crecido resolviendo sus dudas en internet y preguntando a sus pares en el mundo. Esta visión los ha hecho desarrollar un espíritu emprendedor, que están trasladando al lugar de trabajo. No necesitan recibir mucha orientación y no esperan un feedback constante de sus jefes. Por eso, prefieren trabajar sin un mayor control, y que se les dé la oportunidad de crear mejores procesos y soluciones. Además, la mayoría prefiere trabajar de manera independiente que en equipo.
Para abordar a este grupo, lo primero que hay que tener en cuenta es que hay que convertir a la generación Z en una ventaja competitiva. Se debe incentivar sus deseos por aprender. Ellos reconocen que nunca se puede estar demasiado preparado o tener suficientes conocimientos. Por eso, las oportunidades relacionadas con el desarrollo profesional (como cursos de capacitación), pueden ser aspectos más importantes que tener horarios flexibles o ambientes de trabajo abiertos.
Segundo, hay que aprovechar su “naturaleza independiente” de tomar los asuntos en sus propias manos. Los pequeños emprendimientos pueden aprovechar esta mentalidad con mayor facilidad, mientras que las empresas más grandes pueden incluir oportunidades emprendedoras en sus modelos operativos.
Y tercero, las empresas deben “descifrar” el código de la equidad de género. Aunque las compañías están reconociendo cada vez más los beneficios de la diversidad en el liderazgo, la encuesta EY mostró que las mujeres millenials son reticentes a dar ese paso, con sólo un 55% de ellas teniendo aspiraciones para ocupar un lugar de liderazgo. Pero esto puede cambiar, ya que los Z consideran que la equidad de género es un derecho vital y no negociable. Las empresas que identifiquen y trabajen las barreras para integrar a más mujeres, tendrán una ventaja frente a sus competidores en el corto y largo plazo.