Política

Nuevo Congreso asume presionado por la urgencia de acuerdos en medio de alta fragmentación

Tras difícil negociación, Raúl Soto (PPD) será el primero en presidir la Cámara. En el Senado, la búsqueda de consenso demoró pero se llegó a un acuerdo en torno al timonel socialista, Álvaro Elizalde.

Por: Claudia Rivas A. | Publicado: Viernes 11 de marzo de 2022 a las 04:00 hrs.
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Durante esta jornada, las miradas de la ciudadanía y la clase política estarán puestas en el cambio de mando presidencial. Sin embargo, más temprano, en el mismo edificio de la sede del Congreso Nacional en Valparaíso, asumirán los 155 diputados y 50 senadores, que tendrán sobre sus hombros la responsabilidad de legislar durante el periodo 2022-2026.

Uno de los aspectos clave del Congreso que asume es que deberá trabajar hasta el 4 de julio al menos, en medio del debate sobre terminar con el bicameralismo que -en el marco de la elaboración de la nueva Constitución- está realizando la Convención Constitucional (CC), y donde el Senado está en tela de juicio. Pero, además, este Parlamento tendrá que aterrizar muchas de las medidas que contemple la nueva carta magna y sacar adelante las reformas del gobierno de Gabriel Boric.

Transversalmente, admiten que el diálogo para llegar a acuerdos será fundamental, pero el punto de partida no es halagüeño. La tradición indica que antes del cambio de mando propiamente tal, se constituyen ambas mesas del Congreso, pues son los respectivos presidentes del Senado y la Cámara quienes participan en la ceremonia. No obstante, esta vez la negociación ha sido compleja.

De hecho, en la Cámara de Diputados –la más diversa desde 1990-, el oficialismo, conformado por los partidos de Apruebo Dignidad más los de la exConcertación que adhirieron a la nueva administración (PS-PPD-Partido Radical) negociaron con la Democracia Cristiana y el Partido de la Gente –que primero conversó con la derecha-, para llegar a un feble “acuerdo administrativo”, con la idea de que todas las colectividades lleguen a la mesa estos cuatro años, de forma de asegurar respaldos mutuos.

El principio de acuerdo considera dividir los 48 meses en seis periodos de ocho meses. Pero las conversaciones se frenaron en quién asumiría primero. Para destrabar el conflicto algunos levantaron el nombre de la diputada socialista Daniella Cicardini, pero al final se impuso Raúl Soto (PPD).

Este es el primer efecto de la diversidad de la Corporación y quienes conocen el derrotero de las tratativas, son pesimistas respecto de que si se sella el acuerdo, que tanto ha costado conseguir, se respete hacia adelante. De no ser así, la derecha podría llegar en alguna ocasión a la presidencia, negociando con el PDLG (seis diputados) e, incluso con la DC (ocho diputados). Ello, porque sin contar a estos dos partidos y los dos independientes, la mayoría oficialista es muy débil: 71 diputados frente a los 68 de la oposición.

¿Y el Senado?

Mientras que en el Senado, que hasta ahora se había caracterizado por resolver estos temas menos dramáticamente, ha sido compleja la búsqueda de acuerdos para conformar la mesa. Tras la última elección parlamentaria, la Cámara Alta la conformarán 50 senadores. Aquí las cifras están más justadas aún que en la Cámara, por lo que el rol de la DC tomará incluso más relevancia.

La centroderecha tiene 25 senadores y el oficialismo 18, más cinco del falangismo y dos independientes. Por su trayectoria, es posible asumir que estos últimos se alineen con los partidos de gobierno, certeza que no se puede dar respecto de la DC, que tiene cinco senadores. Si este último y los independientes se suman al oficialismo, las fuerzas estarían empatadas técnicamente, por lo que cualquier deserción podría terminar con un presidente opositor en la testera.

Y, justamente, el exdiputado DC y senador debutante Iván Flores ha amenazado por respaldar a la carta de Renovación Nacional (Manuel José Ossandón) si el diálogo oficialista no contempla a su partido –cuya carta sería el senador Francisco Huenchumilla- e, incluso, acusó al PS y PPD de “arrinconar” al falangismo.

La molestia de la DC, expuesta por Flores, pasa porque estos partidos han negociado con la UDI, que aspira a llevar al senador Juan Antonio Coloma a la testera en alguno de los cuatro años del periodo, y asegurarse el apoyo mutuo.

No obtante, ayer, muy avanzada la noche se selló un acuerdo que le entrega al timonel socialista la primera presidencia del Senado de este periodo, por lo que será Álvaro Elizalde quien le ponga la banda al nuevo Presidente.

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