Innovación y Startups

Tres innovaciones de FIA que buscan combatir el cambio climático y dar valor agregado

Cultivos con sustrato de coco de cara a la escasez hídrica, desarrollo de “plumavit” con hongos y biofertilizantes son algunas de las iniciativas de la institución.

Por: Sofía Neumann y Rocío Vargas | Publicado: Lunes 20 de julio de 2020 a las 04:00 hrs.
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Uno de los sectores más afectados por los latigazos del cambio climático es el rubro de la agricultura. Problemáticas como la sequía y la necesidad de productos con mayor valor agregado, como insumos amigables con el medio ambiente en la producción agrícola, están llevando al sector a mirar iniciativas de innovación e Investigación y Desarrollo (I+D) con estos nuevos focos, que llegaron para quedarse.

Desde 2019, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) está moviendo la aguja hacía proyectos vinculados a estas materias.

El director de la entidad, Álvaro Eyzaguirre (en la foto), señala que “ajustamos nuestra misión institucional para responder a tres desafíos estratégicos de nuestro sector. Uno es la adaptación al cambio climático. El segundo es el desarrollo de mercados altamente diferenciados -como nuevos alimentos o ingredientes. Y el tercero tiene que ver con los procesos innovadores, asociado especialmente al Agro 4.0”.

Además de continuar financiando estas iniciativas, en la fundación dependiente del Ministerio de Agricultura buscan sumar a su cartera proyectos que cubran necesidades develadas por la pandemia, como por ejemplo para fortalecer la cadena de abastecimiento con foco en Pequeñas y Medianas Empresas agroalimentarias.

Así, este año y a través del principal instrumento de la FIA, que es la Convocatoria Nacional de Proyectos de Innovación y que inicia en septiembre, buscan financiar cerca de 30 iniciativas, con aproximadamente $ 150 millones por proyecto.

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Cultivo de frutillas con sustrato de coco de cara a la escasez hídrica

En agosto de 2019, el administrador de empresas Fernando Salinas, de Antofagasta, se planteó un desafío casi impensado para su región: cultivar frutillas, un reto debido a la sequía y a que no existen producciones de ese fruto en ese lugar. Con esas barreras de entrada, Salinas decidió apostar por sustrato de coco para el cultivo hidropónico de las fresas, producto que permitiría optimizar el uso de agua, ahorrando un 50% en la producción.
El investigador explica que la idea es aplicar el sustrato de coco a las plantaciones -actualmente tienen 4.200 plantas- y luego continuar con el tradicional riego de los cultivos, ya que el sustrato funciona como una "esponja" que absorbe mejor el agua y permite que las plantas se mantengan hidratadas por mayor tiempo, evitando regarlas continuamente.
El proyecto, por el cual se adjudicó $ 5 millones, también evita que se produzca maleza y, por lo tanto, el uso de herbicidas químicos.
"La fibra de coco es parecida a la tierra de hojas, pero en base a la corteza del coco que retiene mucha humedad y evita que el agua se evapore. También se puede utilizar en otros cultivos", dice Salinas. Actualmente el proyecto está en fase de poda de las plantas y para septiembre proyectan realizar la primera cosecha.
Para fines de 2020 buscan tener tres toneladas y medias de frutillas y comercializarlas en Antofagasta y con supermercados. Salinas cuenta que está en conversaciones para vender una parte de las frutillas a Jumbo.

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Biofertilizante para impulsar uso de productos naturales

En 2015 el ingeniero agrónomo e investigador de la Región de Valparaíso, Manuel Abarca, desarrolló Biolux, un biofertilizante que hoy está buscando potenciar a través de I+D, de cara a reemplazar fertilizantes químicos e impulsar el uso de productos naturales en la plantación de especies.
Abarca explica que, para obtener el biofertilizante, recoge la materia prima en la naturaleza, lo que genera un "caldo microbiano", donde habitan microorganismos, como hongos y levaduras. Actualmente está investigando nuevos grupos de organismos, con el objetivo de detectarlos y potenciarlos. Se adjudicó $ 14 millones de FIA con lo que levantó un laboratorio en su casa.
Para hacer el "caldo", Abarca dice que "tomamos tierra del bosque nativo de lugares con mucha vegetación y eso se mezcla con agua, afrecho y otros ingredientes para el suelo. Esa mezcla se puede fermentar para obtener un líquido, lo que finalmente es el caldo y luego se usa en la agricultura", añade.
A la fecha, cuenta que ha detectado cinco grupos de microorganismos y a fines de este año proyectan comenzar con las primeras pruebas en laboratorios, para luego pasar a aplicarlo en plantas, como tomates y paltos, para mejorar el crecimiento y aumentar la fertilidad de los suelos. "Queremos determinar qué microorganismos hay y potenciarlos. Estamos en una fase media, identificamos grupos como levaduras y hongos, ahora tenemos que ver como los reproducimos", dice Abarca.

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Hongos y residuos forestales para sustituir el plumavit

En la búsqueda por valorizar residuos en la región del Maule y con el objetivo de hacer un negocio de impacto, los agrónomos Catalina Mazo y Darío Rojas fundaron Hypha, una empresa biotecnológica donde desarrollan biomateriales a partir de hongos silvestres y residuos forestales y agrícolas.
Uno de ellos es Mycotec, que busca sustituir el plumavit mediante el uso de los hongos como "un aglomerante natural de residuos, como cáscaras de nuez, almendra y maravilla, además de aserrín de pino y álamo, para crear como producto un material", dice Rojas.
En detalle, el emprendedor explica que la parte vegetativa del hongo -recolectados en la zona de San Clemente, en el sector oriente de Talca-, al alimentarse de estos residuos, "actúa como una especie de esponja con cualidades muy parecidas al plumavit, incluso es blanco también. Y una vez que pase la pandemia, vamos a poder hacer las certificaciones de resistencia". Agrega que este hongo, al ser un organismo vivo, puede ser moldeado con distintas formas, como por ejemplo la de los cartuchos que protegen las botellas de los vinos de exportación. Rojas cuenta que, actualmente, la tecnología está validada a nivel de laboratorio y que ya cuentan con un prototipo. Sin embargo, "para lo que queda de 2020 y el próximo año, el objetivo es transformarla en una tecnología comercial para el mercado y seguir buscando aplicaciones".
Dice que hoy cuentan con una primera planta piloto de producción, la cual -tras la generación del biomaterial, que puede tardar entre 15 y 20 días- tiene una capacidad de crear 2 mil productos mensuales.

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