Por Joshua Chaffin
en Bruselas
Europa se mueve hacia la creación de un “zar de presupuesto” con más poderes para supervisar las finanzas de los gobiernos nacionales, luego que la Comisión Europea otorgara nuevos poderes a su máxima autoridad económica.
Ahora los comisionados rivales tendrán medios limitados para cuestionar las decisiones del comisionado de Asuntos Económicos y Monetario -actualmente el finlandés Olli Rehn- cuando se trata de ordenar a los estados miembros frenar el gasto. Su capacidad para cuestionar las decisiones de Rehn de lanzar procedimientos disciplinarios contra gobiernos derrochadores, incluidas posibles sanciones, será reducida.
La Comisión argumenta que los cambios son necesarios para evitar que los gobiernos nacionales ejerzan una excesiva presión sobre sus comisionados, que defienden el interés europeo sobre los nacionales.
“Básicamente tratamos esto de la forma en que lidiamos con las políticas de fusiones y competencia, donde entregas mucha más autonomía al comisionado”, explicó un funcionario de la Comisión.
La medida es parte de una respuesta más amplia a la crisis de la deuda que afecta a Europa por casi dos años. José Manuel Barroso, presidente de la Comisión, impulsa una gobernancia más fuerte y coordinada, con más poderes centralizados en Bruselas.
Sin embargo, algunos países miembro ya están irritados con lo que en su opinión es un intento de los tecnócratas de la Comisión de usar la crisis para pisotear la soberanía nacional.
Aunque algunos países miembros no están conformes con concentrar tanto poder en un solo comisionado, otros alabaron la medida, especialmente los países del norte que piden reglas fiscales más rígidas.
Ben Knapen, el ministro para Asuntos Europeos de Holanda, dijo: “Saludamos la decisión de hoy de la Comisión de dar efectivamente al comisionado Rehn una autonomía más amplia para hacer valer la disciplina presupuestaria en los países miembros”.
Knapen también dijo que espera propuestas de Barroso este mes para fortalecer la coordinación de la eurozona.
Estas propuestas se basarán en un nuevo ejercicio presupuestario conocido como la investigación anual de crecimiento, en el cual los gobiernos nacionales envían sus planes de gasto y económicos a Bruselas para su revisión.
La primera fase de este ejercicio se hará como siempre, cuando los 27 comisionados debatan qué cambios deberían aplicar los gobiernos nacionales.
La diferencia será en la fase de supervisión, cuando los comisionados podrán cuestionar las conclusiones de Rehn sólo por escrito. Cualquier objeción puede ser rechazada por Barroso.
Este año, los países miembros perdieron su lucha sobre nuevas reglas fiscales que de hecho limitarán su capacidad de anular las decisiones de la Comisiónn de sancionar a los gobiernos que no fueron lo suficientemente rápidos para limitar su deuda o déficit.