Imagine un mundo en el que el método estándar de entrega de dinero a los accionistas siempre haya sido la recompra de acciones. Entonces llega alguien con el nuevo concepto de hacer un pago en efectivo anual, basado en lo que los directores juzgan que puede mantenerse en el futuro.
Dejando a un lado las consideraciones tributarias, las ventajas son evidentes. Las recompras son caprichosas en tiempo y escala y por lo general se hacen en el punto alto del mercado. Además, aumentan las ganancias (pero no el valor) por acción, permitiendo a los directores mejorar su remuneración. También son en esencia redundantes. Si los accionistas quieren vender sus acciones siempre pueden hacerlo a través del mercado.
En cada uno de esos aspectos, los dividendos son un método superior. Entonces ¿cuáles serían sus desventajas?
La principal es también su mayor fortaleza. Los dividendos son, en efecto, una promesa. Pero la certeza para los accionistas es una camisa de fuerza para los directorios. Eso no importaría si los accionistas fueran misericordiosos cuando las cosas salen mal. Pero según una larga tradición, no lo son.
Consideremos algunos enfoques inteligentes a los dividendos. El Ejemplo A es Berkeley, una constructora británica mediana. En junio, Berkeley dijo que pagaría dividendos por 1.700 millones de libras
(US$ 2.700 millones) en los próximos 10 años. Tome nota, por favor, de que su valor de mercado entonces era de 1.500 millones de libras.
La historia es relevante aquí. En 2004, Berkeley decidió reducir su negocio a los mercados más gratificantes de Londres y el sureste. Esto le permitió prometer dividendos por 1.500 millones de libras durante el período hasta 2011, los que entregó.
Ahora decidió que ha llegado al tamaño óptimo para su mercado existente, así que propone repetir el proceso. Es un ejercicio modelo en asignación de capital: primero determinar cuánto dinero es mejor transferir a los accionistas, luego decidir el mejor método de transferencia.
El período de diez años es crucial. La construcción de viviendas es una industria cíclica, y es muy posible que el mercado del Reino Unido sufra otra caída. Berkeley se ha dado la flexibilidad de pagar sólo cuando esté bien y listo.
El Ejemplo B es otra empresa cíclica, Antofagasta, la minera de cobre con sede en Chile y cotización en Londres. Con los años, esta empresa ha seguido la política sensata de pagar un dividendo de mantenimiento bajo, con dividendos especiales que varían con el precio del cobre.
Así, mientras la compañía ha pagado algún tipo de dividendo especial cada año durante la última década, la cantidad ha ido desde 10 centavos por acción en el bache de 2001 a 100 centavos el año pasado. En el período, los dividendos regulares totalizaron US$ 2,15 y los especiales US$ 4,88.
Cabe señalar que grandes mineras como Rio Tinto y BHP Billiton no suelen favorecer los dividendos especiales. Rio ha pagado uno en diez años.
En cambio, hacen recompras. Este año, BHP anunció que recompraría acciones por US$ 10 mil millones en los próximos 18 meses. Esto, dijo, elevaría el total de recompras a
US$ 22.600 millones desde 2004. Hoy, el precio de las acciones de BHP es cinco veces lo que era al comienzo de 2004. En otras palabras, BHP gastó US$ 12.600 millones en siete años a medida que sus acciones se quintuplicaban y ahora propone gastar casi lo mismo en lo que podría resultar el máximo cíclico. El defecto fatal de las recompra difícilmente podría ilustrarse mejor.
El punto general en todo esto es que la flexibilidad en dividendos es perfectamente posible, siempre que ambos lados sean suficientemente maduros como para acordarlo.