Se necesitaron dos visitas de primeros ministros, la venta de una marca de licores famosa y mucha paciencia por parte de Diageo, pero, por fin, a fines de la semana pasada, la compañía de bebidas británica consiguió la aprobación del Ministerio de Comercio y de las autoridades antimonopolio chinas para la compra de Shuijingfang. Se trata de una de las compañías de licores blancos más famosas del país, que cotiza en bolsa con el nombre de Sichuan Swellfun. La operación aún necesita el visto bueno de la Comisión de Regulación Financiera China y, si lo consigue, será una de las primeras adquisiciones de una compañía china cotizada importante por una empresa extranjera.
Con Shuijingfang, Diageo pretende incrementar su cuota en el mercado chino de licores blancos de más alta gama, muy rentable y dinámico. Diageo estima que aumentará a un ritmo de 10% anual en valor hasta 2015.
Aunque la ayuda de los líderes políticos siempre es buena (Diageo dio la noticia el lunes coincidiendo con la visita del primer ministro chino Wen Jiabao a su homólogo británico David Cameron), abogados especializados en asuntos antimonopolios han declarado que la aprobación demuestra que se pueden hacer operaciones internacionales en China, aún sin la intervención de un primer ministro, y que es un signo de que el mercado de bebidas chino no está cerrado a los extranjeros.
Las autoridades antimonopolio chinas bloquearon la oferta de US$ 2.400 millones de Coca-Cola por el fabricante de refrescos Huiyuan Juice en 2009. Este rechazo, junto con las crecientes quejas de compañías extranjeras de que Beijing daba ventajas injustas a las compañías nacionales, convenció a muchos inversionistas de que la política siempre constituiría un obstáculo para cualquier adquisición de una marca china de renombre.
Pero según Martyn Huckerby, experto en regulación del bufete de abogados Mallesons Stephen Jaques de Shanghai, “el visto bueno de la operación confirma que China seguirá abierta a la inversión del exterior, pero de forma más selectiva que antes”. Por otra parte, el hecho de que se haya tardado bastante más de un año en conseguir la aprobación de las autoridades antimonopolios (aún hay un último obstáculo regulador pendiente) “pone de manifiesto que los inversionistas necesitan tiempo para completar una transacción en China, en especial si es de una marca valiosa”.