Filantropía: un camino complementario para abordar la desigualdad
Por Marcela Torrejón, gerenta de Fundación San Agustín, Escuela de Ingeniería Pontificia Universidad Católica de Chile. #SoyPromociona
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Marcela Torrejón, gerenta de Fundación San Agustín, Escuela de Ingeniería Pontificia Universidad Católica de Chile. #SoyPromociona
Con el inicio del segundo semestre, es común encontrarnos con voluntarios de diversas organizaciones realizando colectas anuales para financiar proyectos de todo tipo. Aunque algunas colectas son más exitosas que otras, muchas organizaciones dependen de ellas para continuar con sus actividades.
Cada persona tiene sus preferencias al contribuir, pero la organización de la sociedad civil ha sido fundamental para abordar los problemas más urgentes, llegando incluso antes que los estados a satisfacer las necesidades de los individuos.
En todo el mundo y en nuestro país, las fundaciones y organizaciones que promueven la igualdad de género han contribuido significativamente a visibilizar problemas como la baja participación laboral femenina, la alta informalidad, la brecha salarial y la concentración en empleos vulnerables, entre otros.
La recolección de evidencia que demuestra estos problemas y los avances en este ámbito es la base para construir buenas políticas públicas y legislación que corrija las desigualdades del sistema. Además, intervenir en el sistema educativo desde etapas tempranas es crucial para corregir los sesgos culturales que limitan las oportunidades de las niñas.
Aunque las organizaciones filantrópicas en Chile movilizan alrededor de US$ 400 millones, esto representa solo el 0,18% del PIB, una cifra muy baja comparada con el 2% del PIB que representan las donaciones en Estados Unidos (Giving USA 2023). Las contribuciones de personas naturales en Chile representan solo el 0,05% del PIB, lejos de países que queremos imitar como Nueva Zelanda o Finlandia, con 0,79% y 0,13% respectivamente (Estudio Filantropía Institucional en Chile Cefis UAI 2017).
Recientes escándalos de malas prácticas en el manejo de recursos públicos han mermado la confianza y legitimidad de la filantropía, afectando el financiamiento de todo el ecosistema. Como sociedad, debemos rechazar y fiscalizar estas prácticas para no dañar el potencial de la filantropía en apoyar el desarrollo integral de la sociedad.
El impacto de los actores sociales puede no ser visible para muchos, pero son ellos quienes generan el diálogo en el entramado social sobre el que se construye nuestro país, estableciendo puentes entre distintos actores y respetando el pluralismo de la sociedad. Por ello, invito a mirar con otros ojos a los voluntarios que se sacrifican en las esquinas, ya que su contribución puede sembrar los cambios que buscamos para el bien de las futuras generaciones.