Modelo para estudiar Marte: el potencial desaprovechado del Desierto de Atacama
Científico chileno, que probó que es posible la vida en el desierto, critica la falta de recursos y de alianzas locales para investigar en esta zona del país.
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Armando Azua-Bustos es uno de los científicos chilenos que ha dedicado su trayectoria profesional a explorar e investigar el potencial del Desierto de Atacama como laboratorio natural. Hoy, como parte de la Fundación Internacional Blue Marbel Space Institute of Science y ad portas de emigrar para trabajar en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, el doctor en Genética Molecular y Microbiología de la UC, releva la importancia de gestionar y administrar de mejor manera un recurso como el desierto.
Una zona que es considerada -por la composición química de su suelo- como modelo para probar instrumentos y robots utilizados en las misiones al planeta Marte.
De acuerdo a las últimas investigaciones de Azua-Bustos, también es útil para avanzar en estudios que tengan relación con el agua y puedan beneficiar a la agricultura, explorando la genética de algunos microorganismos y plantas que son capaces de sobrevivir en la zona con un mínimo de humedad.
“Al caracterizar estos organismos y entender cómo son tolerantes a la disecación podríamos tener plantas genéticamente modificadas que pasen de consumir 100 litros de agua a sólo 10, por ejemplo”, proyecta.
Potencial desaprovechado
Para el científico existe un descuido importante del Desierto de Atacama donde cualquier entidad internacional puede extraer muestras sin supervisión, afectando a su biodiversidad. Añade que no existe una política de incentivo para que quienes emprenden exploraciones realicen una conexión local.
Por ello plantea la necesidad de “llegar a acuerdos para que entidades internacionales se involucren con instituciones o científicos locales, tal como ocurre en astronomía, donde el 10% del tiempo de observación en los telescopios que se construyen se otorga a investigadores nacionales”.
Sostiene que hoy es baja la incidencia de las universidades de la zona, que no tienen participación relevante en los estudios realizados.
Por otro lado, asume que la falta de financiamiento redunda en una fuga de talentos, quienes podrían dedicarse a realizar investigación. Él mismo, reconoce haber postulado a Fondecyt para llevar a cabo sus proyectos en astrobiología, sin éxito.
“Como país estamos en la Edad Media, viendo temas básicos, como el transporte en Santiago, entonces, difícilmente se apoyarán proyectos de astrobiología”, afirma.
Vida en el desierto
Una de sus investigaciones más relevantes fue el descubrimiento del punto más seco dentro del Desierto de Atacama. Anteriormente la NASA basaba sus investigaciones en Yungay, no obstante, luego de que Azua-Bustos comenzara a trabajar con el investigador senior Chris Mckay, parte de NASA-Ames Research, y colocara años más tarde sensores en diferentes sectores con características secas, se descubrió en 2015 que la zona más seca era al sur de María Elena.
Una vez identificado este lugar, el investigador descubrió que allí, a un metro de profundidad y con una humedad relativa constante de 10%, existían formas de vida. Estas eran ciertos tipos de bacterias capaces de subsistir con poquísima agua.
“Mi trabajo apoya a futuras misiones a Marte (...) si se quisiera encontrar formas de vida en ese planeta, deberían estar un metro bajo la tierra porque allí -y tal como se observó- la vida está protegida de la radiación ultravioleta”, explica.
Hoy, espera continuar con esta línea de trabajo desde España para caracterizar esos microorganismos. “Falta mucho para culminar estos estudios, estamos en una etapa de caracterización, ahora que los encontramos debemos descubrir cuáles son sus mecanismos moleculares o genéticos para sobrevivir”, proyecta.
Estas y otras investigaciones han han hecho que Azua-Bustos sea reconocido con el premio ´TED Fellows 2017´ a nivel internacional, razón por la que realizará su primera charla TED a fines de abril en Vancouver, Canadá.