Negocios & Mundo
Se buscan los abogados del futuro, hoy
Innovación, tecnología y preocupación por las personas son parte de la larga lista de desafíos que deja la pandemia a los estudios legales. Mientras, en la academia todo apunta a repensar la forma de enseñar y a incorporar con fuerza los temas que desafiarán al mundo jurídico del mañana.
Contenido exclusivo suscriptores DF Digital,
para acceder al contenido elige tu plan.
Contenido exclusivo suscriptores DF Full Digital, para acceder al contenido elige tu plan.
SuscríbeteSi ya estás suscrito ingresa aquí
Cuidemos el medio ambiente
De un día para otro debieron abandonar sus espaciosas oficinas y adaptar sus estudios en algún rincón de sus hogares, luego hacer frente al teletrabajo, que hasta ese momento estaba –con suerte- destinado a las abogadas con hijos pequeños; de ahí en adelante lidiar con las complejidades del día a día de la casa-oficina, y el desafío de estar "cerca" de los clientes, muchos de ellos atravesando una delicada situación financiera o derechamente, al borde de la quiebra.
Una historia que se replica hasta en las más sofisticadas de las jurisdicciones, quizás donde también tuvieron que enfrentarse a las decisiones más impensadas para la etapa de expansión que estaban viviendo. En Londres, estudios como Allen & Overy y Baker McKenzie no solo pusieron freno a sus masivas contrataciones, sino que rebajaron temporalmente el salario de sus socios y asociados, para enfrentar la dramática caída de ingresos. Otros, como Slater & Gordon anunciaron que cerrarán sus oficinas y teletrabajarán en forma permanente, arrendando espacios más pequeños solo para sus reuniones con clientes.
En Chile, también hubo rebaja de beneficios, menos metros cuadrados, nulas contrataciones y algo de despidos, aunque con muy poco ruido. Y en días en que pareciera que lo peor de la pandemia podría haber pasado, siete connotados abogados de la plaza, desde distintas veredas cuentan a Diario Financiero qué es lo que les dejó la pandemia y cómo enfrentarán los desafíos que vienen.
Para el socio de la oficina de abogados más grande del país (Carey), Jaime Carey, la crisis les abrió una oportunidad para innovar, buscar nuevas formas de relacionarse con el cliente y, por otra parte, ahorrar una cantidad enorme de tiempo, permitiendo una interacción casi diaria con ellos y también con abogados en distintas latitudes, algo que para un buque integrado por alrededor de 500 personas es todo un desafío de abordar. Pero sobre todo destaca que "esta crisis nos ha permitido dimensionar con más humildad nuestra fragilidad".
En el caso de las oficinas internacionales con presencia en el país, como es el caso de CMS, relevan la aceleración en la transformación digital de los estudios legales. "Creo que el trabajo remoto obligó a una implementación acelerada de las distintas herramientas, lo que trae aparejado un cambio en la forma en que estamos constantemente aprendiendo", explica Fernando de Carcer, socio chileno de la oficina, quien ve que las áreas comerciales y de litigación son las que han avanzado más rápido en el camino hacia una mayor automatización. Sin embargo, enfatiza que a nivel normativo, aún queda mucho por hacer.
Desde una escala distinta, los estudios boutique, que ya tenían terreno ganado en el factor de cercanía con los clientes, también experimentaron cambios en la forma de interactuar (más allá de las reuniones tipo Zoom) y profundizar en esa relación, lo mismo que con la flexibilidad para promover nuevas formas de trabajo. Esa es al menos la experiencia de Elisa Walker, de Sarmiento & Walker Abogados, donde ya venían trabajando con esos énfasis. La pandemia solo les reafirmó que avanzan en el sentido correcto, pero también con la convicción de que es 'la' oportunidad que existe para que estas prácticas se extiendan a toda la comunidad legal.
"La pandemia nos ha demostrado que la vida se compone de múltiples factores y al estar todos encerrados al fin hemos podido visibilizar el tiempo y trabajo que implica el cuidado de la familia. Hasta ahora, esa realidad solo la veían y asumían las mujeres... Creo que sería positivo mantener la conciencia de que hay que integrar estas otras esferas de la vida y entender que las responsabilidades familiares no debieran recaer únicamente en los hombros de las mujeres, sino también en los hombres", explica Walker.
Los abogados in-house también vieron cambios relevantes en su quehacer, ya que las exigencias de los negocios en plena crisis los llevó a involucrarse más que nunca con el resto de los equipos de la organización. "Nos tuvimos que adaptar rápidamente a trabajar en forma colaborativa con el resto de la empresa, integrando mesas de trabajo conjuntas para proponer soluciones ágiles y haciendo un análisis oportuno de los riesgos legales que se puedan presentar. Para esto, es fundamental tener un conocimiento profundo del negocio", comenta Carmen Román, gerente legal y de asuntos corporativos de Walmart Chile.
En el mundo académico la visión es distinta. Si bien las herramientas digitales les permitieron llegar con clases a los alumnos y hacer seminarios o cursos con profesores extranjeros, que tal vez de otra manera no podrían estar al alcance de las universidades locales, la crisis demostró que el desafío no es la instrucción, "sino la formación de personas capaces de pensar y actuar en equipo y en beneficio del interés público... El futuro abogado no puede prescindir de esa realidad y debe aprender a combinar su ejercicio profesional con un servicio público por la justicia", enfatiza el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Pablo Ruiz-Tagle, frente a la realidad que viven en las distintas casas de estudios.
Asimismo, añade la decana de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez, Isabel Aninat, la pandemia ha llevado a las universidades a repensar los temas que desafiarán al mundo jurídico en los próximos años, como la extensión de la privacidad, el tratamiento de datos personales, la regulación de plataformas digitales, entre otros aspectos, que deberán incorporar con fuerza en sus mallas curriculares.
A nivel gremial, también está la preocupación por la formación "atípica" que han tenido que enfrentar los estudiantes de la carrera y que a juicio del presidente del Colegio de Abogados, Héctor Humeres, puede afectar la enseñanza y el rendimiento académico de los abogados del futuro.
Isabel Aninat, Pablo Ruiz-Tagle y Héctor Humeres coinciden plenamente en la importancia de la formación ética en la preparación de las nuevas generaciones de abogados, ya que se enfrentarán con mayor intensidad a nuevos dilemas éticos.
Desde el punto de vista de Ruiz-Tagle, en las escuelas de Derecho el desafío es inculcar más Derecho, cultura, ética y humanidades para preparar a los abogados en lo que estima esencial: entregar un buen consejo legal. Y, junto con ello, darle a los estudiantes la posibilidad de elegir áreas de especialización, según sus intereses, ya que, según Humeres, el Colegio de Abogados ha percibido una tendencia cada vez mayor hacia la especialización de la profesión, por áreas de ejercicio.
Isabel Aninat comparte esta mirada y complementa que en este mundo cada vez más cambiante, la formación ética y las herramientas para responder a nuevos desafíos y resolver conflictos difíciles de anticipar serán aún más necesarias para el ejercicio de la profesión. Por lo que, a su juicio, las facultades, pero también el colegio del gremio, tienen un rol fundamental en contribuir a la formación para un correcto desempeño profesional.
En este sentido, el titular del Colegio de Abogados coge el guante y, junto con señalar que se están esforzando por aumentar la colegiatura, explica que están empeñados en difundir los servicios a sus afiliados, entre los que se cuentan diversos seminarios de perfeccionamiento.
Por otro lado, para la decana de la UAI el impacto de los cambios tecnológicos ha abierto nuevas áreas en que los profesionales cobran mayor relevancia, lo que exige que no solo cuenten con una formación rigurosa en el Derecho, sino también que estén preparados para un mayor trabajo interdisciplinario.
Elisa Walker también da una pincelada respecto de las competencias con que deberá contar el profesional del futuro y, en ese diseño, la versatilidad y capacidad de adaptación para abordar distintos temas jurídicos son esenciales, ya que dan cuenta –dice- de una persona dispuesta a aprender cosas nuevas. El trabajo en equipo también es fundamental y pese a que esto es algo que se aprende, estima que se enseña poco en las universidades.
Para el decano de Derecho de la Chile, Pablo Ruiz-Tagle, existen cinco aspectos en los que un profesional de esta área debe tener competencias: el conocimiento profundo del derecho; efectividad profesional; desempeño ético; comprensión del derecho y las ciencias sociales como instrumentos de organización y transformación; y reflexión crítica sobre la disciplina, la profesión y su entorno.
En la rigurosa formación jurídica hay unanimidad entre los entrevistados. A ello, Isabel Aninat agrega la indispensable competencia en pensamiento crítico y analítico, e incorporar el trabajo interdisciplinario, de manera de ver las relaciones que existen entre el Derecho y otras disciplinas y la manera de relacionarse con ellas.
Además de la calidad moral y desempeño intachable, remata Héctor Humeres, para ser abogado se requiere tener una adecuada formación e intelecto, pero por sobre todo se necesita ser estudioso, acucioso; en estos tiempos en que todo cambia vertiginosamente estar informado del acontecer nacional es imprescindible para ser capaz de dar una opinión informada, razonada y prudente, cuando se solicita su consejo legal.
Algo que comparte Jaime Carey, quien hace hincapié en que para el abogado del futuro serán mucho más relevantes las habilidades blandas, tales como la capacidad de análisis, negociación y argumentación; además de un fino sentido comercial que le permita empatizar con su cliente y entender su industria y desafíos; mientras que para Fernando de Carcer el manejo fluido del idioma inglés es también un elemento clave para su desempeño.
Los entrevistados coinciden en que la pandemia aceleró la migración hacia las relaciones virtuales a las que se deben habituar los nuevos abogados; sin embargo, para Jaime Carey más que la Inteligencia Artificial y el LegalTech, que –a su juicio- aún están en pañales en el país, invertir en ciberseguridad es clave. Para él hay que seguir mejorando la seguridad de los dispositivos y sistemas en los que están trabajando los abogados desde sus casas, porque eso imprescindible para la proteger la relación confidencial entre el cliente y su abogado.
Por su parte, Fernando de Carcer comenta orgulloso que su estudio acaba de lanzar una App sobre reclamos de seguros y otra que apoya en temas de infracciones de protección de datos personales, y añade que su firma, a nivel internacional, participa de investigaciones y desarrollo en el ámbito de la inteligencia artificial para apoyar la labor de los abogados, como documentos automatizados y revisión asistida por tecnología (TAR); pronóstico de resultados y estrategias de litigación, además de aplicaciones para mantener contacto permanente y dar respuesta inmediata en materias de compliance y normativa específica aplicable a ciertas industrias, herramientas que serán clave y que muy probablemente marquen la diferencia entre una firma u otra en un futuro próximo.
El estudio Sarmiento & Walker dice también estar a la vanguardia en el uso de las tecnologías y la flexibilidad laboral desde su creación, lo que se adecua –comenta Elisa Walker- a los cambios y desafíos de la industria en el área de la transformación digital; ya que es esencial apoyarse en la tecnología para estar en constante contacto con las necesidades de las personas que integran los equipos y con los clientes del estudio. Algo similar ocurre con Walmart Chile, donde según Carmen Román, llevan años trabajando en conjunto con las áreas de desarrollo tecnológico para tener plataformas inteligentes de administración de contratos y juicios; y han desarrollado un área legal tecnológica, que busca acompañar el crecimiento del e-commerce de la compañía y la administración de datos, a través de un governance de tecnología y datos.
La diversidad e inclusión genera una serie de desafíos relevantes y urgentes a los estudios de abogados, señala Elisa Walker. A juicio de la abogada, la promoción de la paridad de género al interior del Consejo del Colegio de Abogados contribuyó a poner el tema sobre la mesa. El movimiento de las jóvenes universitarias que reclamó por el acoso sexual también obligó a las autoridades de estos establecimientos a hacerse cargo del tema, abordando la incorporación de las mujeres en el espacio profesional; pero también evaluando las exigencias que se imponen a la academia, la presencia o ausencia de mujeres en los textos o los temas de la malla académica, aunque admite que aún falta camino por recorrer.
Mientras que Jaime Carey propone que las escuelas de Derecho muten hacia el modelo de "aula invertida" que –desde su punto de vista- se adecua a las necesidades y desafíos que impone el mundo laboral. Los alumnos aprenden de forma individual, para luego compartir y generar un debate con sus pares a partir de ese conocimiento.
En la misma línea, Fernando de Carcer opina que el Derecho debería dejar de ser una "carrera de pizarrón", porque los abogados del futuro deberán tener capacidades que complementen su formación jurídica, como el manejo de herramientas tecnológicas avanzadas y ciertos aspectos de psicología, administración o marketing.
Existe acuerdo en que, como plantea Carmen Román, la forma como se enseña el Derecho en nuestro país todavía es muy tradicional y le falta sentido de realidad. Por lo que a su juicio, "debe ser complementada –por una parte– con las nuevas tendencias tecnológicas, innovación y mirada global del Derecho, pero también los profesionales deben ser preparados de manera integral, es decir, que entiendan la importancia de incorporar la ética, la sostenibilidad y la creación de valor en la toma de decisiones. En ese sentido destaco el programa de Sostenibilidad Legal de la Universidad Católica que está marcando una diferencia en esta materia", sostiene la ejecutiva.