Negocios & Mundo
México: el año de los cubrebocas nos puso en la dimensión desconocida
Por Luis Miguel González Director de El Economista, México
Contenido exclusivo suscriptores DF Digital,
para acceder al contenido elige tu plan.
Contenido exclusivo suscriptores DF Full Digital, para acceder al contenido elige tu plan.
SuscríbeteSi ya estás suscrito ingresa aquí
Cuidemos el medio ambiente
M éxico entró en la dimensión desconocida con la pandemia en marzo. Ocho meses después, sigue en esa dimensión. En la penumbra buscamos las explicaciones de lo que ha pasado en este año de cubrebocas y cuarentenas. Desde la penumbra nos asomamos al 2021. Los pronósticos expresan el optimismo de unos, el miedo de otros. El hecho es que el coronavirus no ha podido ser controlado por el sector salud.
Hablamos de las cicatrices que ha dejado la pandemia porque reconocemos que sus efectos se han instalado en la economía y la sociedad. En México, el PIB registró una caída de 18,7% en el segundo trimestre y una recuperación de 12% entre julio y septiembre. Esto es un promedio, porque el año ha sido bueno para el sector agroalimentario exportador, que registra un crecimiento de 3%. Ha sido una película de terror para la industria de hostelería, con caídas de 50%.
El comercio digital ha vivido un boom previsible: es 40% mayor que en 2019. La sorpresa positiva corre a cargo de las remesas: son 8% más grandes que hace un año, a pesar del desempleo en Estados Unidos y de que los hispanos son uno de los grupos más golpeados por el virus. Se han consolidado como una de las tres principales fuentes de divisas. Aportan más de US$ 3.200 millones al mes, en promedio.
México es el cuarto país con más muertes totales por el Covid-19. Hace pocos días llegamos a la macabra marca de las 100 mil defunciones. El séptimo, cuando el conteo considera muertes por millón de habitantes. Son 750 por cada millón. Las cifras reflejan un sistema de salud que no funciona y algunas comorbilidades. Somos el segundo país con más obesidad en el mundo.
La afectación económica se ha agudizado por el tamaño de la informalidad, que incluye 55% de la población ocupada. Influye, también, la importancia de la actividad turística: es 8,8% del PIB, pero alcanza el 15% cuando se consideran actividades asociadas al turismo.
De cara al coronavirus, México es un caso peculiar, porque no aplicó una política amplia de contención del daño económico. El monto ejercido equivale apenas a 0,4% del PIB, según Bloomberg. Estimaciones más generosas llevarían la cifra a cerca de 1% del PIB, pero no mucho más arriba que eso. Consiste en microcréditos a empresas; ampliación de plazos de pagos por parte del sistema bancario y mantenimiento de planes de apoyo a grupos vulnerables, como personas de la tercera edad.
Se ha hablado de la puesta en marcha de un programa de ingreso básico universal; de planes de rescate para el sector turismo y la industria restaurantera. Nada ha ocurrido, mejor dicho casi nada. En el camino hemos descubierto que México cuenta con un tanque de oxígeno económico. Se benefició de los gigantescos programas que EEUU aplicó en su territorio. Una parte del crecimiento de las remesas tiene que ver con los estímulos multimillonarios que lanzó el gobierno de Trump. Otra parte llegó a través de las exportaciones de alimentos y bienes manufacturados.
Tenemos muchos números para describir el 2020. Han cerrado alrededor de medio millón de empresas; se han perdido cuatro millones de empleos informales y medio millón de puestos de trabajo en la economía formal. Estos datos son piezas de un rompecabezas incompleto; síntomas de una enfermedad que es sanitaria; económica, social y cultural. Vivimos una crisis de época. El recuento de los daños es difícil, entre otras cosas, porque nuestros sistemas de producción de estadísticas no estaban preparados para una circunstancia como la que vivimos. Los desafíos incluyen hacer encuestas a distancia y tomar el pulso a empresas zombies.
¿Cómo será 2021? La Secretaría de Hacienda proyecta un crecimiento de 4,6%. Se le critica por ser demasiado optimista. Lo más probable es que estemos en un rango de 0 a 3%, pero todo depende de lo que pase con la pandemia. Continuaremos discutiendo sobre qué letra describe mejor nuestra situación. La discusión es interesante, pero inagotable y hasta cierto punto estéril. Hay muchas realidades. Unos viven en una L; otros en W. A la distancia, queda claro por qué muchos ven una K: unos se recuperan y otros siguen cayendo.