Actuar desde hoy para la resiliencia hídrica de mañana
Por Rachel Bernardin, gerenta de sostenibilidad y estrategia de Aguas Andinas #SoyPromociona
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Rachel Bernardin, gerenta de sostenibilidad y estrategia de Aguas Andinas #SoyPromociona
De toda Latinoamérica silo en Chile y Costa Rica es 100% seguro tomar agua de la llave y para sorpresa de algunos, ambos países son la excepción a la regla en la región y también en otras latitudes. Esto da cuenta del gran trabajo que se ha desplegado de la mano de la alianza público-privada. Sin embargo, no tenemos el futuro asegurado en materia hídrica y en corto plazo el impacto del cambio climático podría cambiar esta realidad.
Contar con agua de alta calidad no es sinónimo de que el agua esté garantizada para siempre. Instituciones como la OCDE destacan que, aunque Chile ha avanzado en reformas hídricas (como la reforma al Código de Aguas y la Ley Marco de Cambio Climático, donde se consagra el derecho al agua para consumo humano), aún enfrenta desafíos financieros y de gobernanza para gestionar este recurso de manera sostenible.
Hemos avanzado en resiliencia hídrica, pasando de cuatro horas de autonomía a 34 horas durante la última década, pero los últimos eventos de 2023-2024 sobrepasaron las 100 horas de duración. Por ende, ya las infraestructuras que diseñamos sobredimensionadas en su tiempo, quedaron chicas. Si no actuamos desde ya con inversiones importantes frente a una sequía persiste, la capital podría verse en la misma situación de Uruguay y Colombia donde los racionamientos para la población han sido una realidad.
Hasta hace no mucho tiempo una correcta gestión del agua urbana era una práctica deseable, recomendable. Hoy es urgente, vital e ineludible y nos obliga a trabajar de manera coordinada: autoridades, empresas y comunidades.
A fines de 2023 se presentó un plan ambicioso, BioCiudad, una estrategia que combina búsqueda de nuevas fuentes de agua, resiliencia para la Región Metropolitana, mayor aprovechamiento de aguas subterráneas, implementación de soluciones basadas en la naturaleza y una comunidad educada, formada y sensible ante el uso responsable. Todo, con una inversión superior a US$ 1.000 millones para enfrentar el cambio climático a 2030.
Con esta nueva iniciativa, buscamos focalizar nuestro esfuerzo en la línea del trabajo anticipado frente al cambio climático y los desafíos medioambientales que marcará un antes y un después en materia de resiliencia y adaptación al cambio climático. Urge actuar desde ya para poder seguir en Santiago durante las próximas décadas…