Tumulto político de A. Latina durará hasta que sus economías se reformen
FT View© 2022 The Financial Times Ltd.
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Colombia se encamina a convertirse en la economía principal de más rápido crecimiento de América Latina este año y tuvo una de las recuperaciones más fuertes de la pandemia de Covid-19 en la región. Sin embargo, sus ciudadanos acaban de elegir a un presidente radical de izquierda que quiere cambiar su modelo económico.
Esta aparente paradoja se explica por un sentimiento generalizado en América Latina, según las encuestas: la ira provocada porque los frutos del crecimiento económico no se comparten de manera justa y porque el sistema está amañado para unos pocos privilegiados. Los servicios públicos inadecuados y la corrupción arraigada han aumentado esa percepción. Para desahogar su ira, los votantes han expulsado a los gobiernos en ejercicio y han buscado la salvación en candidatos fuera de la clase dirigente política.
“Es tentador concluir que la región se está inclinando decisivamente hacia la izquierda. Más bien, los votantes están castigando a los titulares y seguirán haciéndolo mientras los niveles de vida no mejoren”.
Perú eligió el año pasado a un maestro de escuela primaria de un remoto pueblo andino, Pedro Castillo, como presidente. Luego Chile recurrió a un exlíder de la protesta estudiantil, Gabriel Boric. Ahora Colombia acaba de elegir a Gustavo Petro, quien pasó sus años formativos como un miembro clandestino de un grupo guerrillero urbano que ya no está en funcionamiento.
La elección de Colombia es trascendental porque la nación nunca había elegido un presidente de izquierda en su historia moderna. Los partidarios ven su victoria y la de su compañera de fórmula afrocolombiana, Francia Márquez, como una prueba de que la democracia de Colombia ya ha madurado. A los críticos les preocupa que la promesa de Petro de poner fin a nuevas exploraciones de carbón y petróleo, y cambiar a Colombia hacia la agroindustria y el turismo, perjudique a una economía que ya es vulnerable a los altos déficits presupuestarios y de cuenta corriente.
En Brasil, dado que las encuestas predicen el regreso del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia por tercera vez en las elecciones generales del país en octubre, es tentador concluir que América Latina se está inclinando decisivamente hacia la izquierda. Una lectura más precisa es que los votantes están castigando a los titulares y seguirán haciéndolo mientras los niveles de vida no mejoren. Boric y Castillo ya han visto el colapso de sus índices de aprobación en medio de la percepción pública de que no están cumpliendo sus promesas.
El mayor problema de América Latina es el crecimiento persistentemente débil y la falta de competitividad. La pandemia golpeó a la región con más fuerza que a casi cualquier otro lugar, pero incluso antes de eso, estaba muy por detrás de otros mercados emergentes. La inversión débil, la infraestructura deficiente, la agotadora burocracia, los sistemas impositivos mal diseñados y la educación inadecuada son los principales culpables.
América Latina está en una posición ideal para beneficiarse de la geopolítica actual. Tiene combustible, alimentos, metales clave y energía renovable en abundancia. Se encuentra cerca del gigante mercado estadounidense pero lejos de conflictos serios. Pero no se beneficiará de estas oportunidades sin reformas estructurales de amplio alcance.
La elección de populistas o ideólogos no ayudará; lo que se necesita es un consenso paciente y decidido para diseñar y ejecutar reformas centradas en el crecimiento a través de sucesivos gobiernos en varios países. Las políticas económicas orientadas a la exportación del sudeste asiático —aunque no su política— brindan un ejemplo a seguir para América Latina.