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Rescatar agua para un futuro sostenible

Elena López, cofundadora y COO de Cheaf

Por: Elena López, cofundadora y COO de Cheaf | Publicado: Viernes 23 de agosto de 2024 a las 18:56 hrs.
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Elena López, cofundadora y COO de Cheaf

Producto de la crisis climática y la acción humana, el agua se ha convertido en un recurso cada vez más valioso. El Informe mundial de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos 2021 da cuenta de esta realidad, destacando, por ejemplo, que algunos de los principales acuíferos del mundo están sometidos a un creciente estrés y que, incluso, el 30% de los mayores sistemas de aguas subterráneas se están agotando.

Diversos reportes dan cuenta de que el uso de agua dulce se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y sigue aumentando, algo que se debe a una combinación de factores, entre los que destacan el alza demográfica y el desarrollo económico, entre otros. Desde hace decenas de años, las economías del mundo se han desarrollado bajo la premisa de recursos ilimitados y hoy estamos viviendo la triste realidad: nuestro recurso más preciado -tanto para la subsistencia de todos los habitantes de este planeta, como para el funcionamiento de nuestras industrias- se está agotando.

Diversos reportes dan cuenta de que el uso de agua dulce se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y sigue aumentando.

Sabemos que las extracciones de agua para el regadío son la primera causa del agotamiento de las aguas subterráneas en el mundo, y que, según datos de la FAO, la agricultura es responsable del uso del 69% del agua extraída, la que es utilizada para el regadío, pero también para el ganado y la acuicultura.

Frente a eso, podríamos afirmar -con justa razón- que es necesario usar agua para poder generar los alimentos que necesitamos; sin embargo, acorde a cifras del Índice de Desperdicio de Alimentos 2024, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), durante 2022 el mundo desperdició 1.050 millones de toneladas de alimentos, lo que supone la pérdida de una quinta parte de los alimentos disponibles para los consumidores; y a esto, además, se debe sumar que un 13% de los alimentos producidos se pierden en el período comprendido entre después de la cosecha y la venta al por menor, según estimaciones de la FAO.

Cuando sabemos que una manzana y un plátano necesitan 125 y 160 litros, respectivamente, para ser producidos (según la Water Footprint Network), la pérdida y desperdicio de esos alimentos toma un nuevo cariz.

En un reporte sobre el panorama del agua elaborado por el Banco Mundial, el organismo asegura que “el cambio climático se manifiesta a través del agua”, nada más acertado. Y si consideramos que según cifras de la Oficina de las Naciones Unidas para Reducción de Riesgo de Desastres (UNISDR) el 90% de los desastres naturales están relacionados con este recurso, entendemos con mucha más claridad el alcance de estas palabras.

A pocos días de que comience la Semana Mundial del Agua (celebrada entre el 25 y 29 de agosto), me parece que es importante preguntarnos cuánto estamos haciendo -a nivel personal, empresarial y del Estado- para poder contribuir a valorar el agua como tenemos que hacerlo.

Es necesario usar agua para producir alimentos; sin embargo, el mundo desperdició 1.050 millones de toneladas de alimentos en 2022.

El reciente estudio de opinión pública Voces contra el Desperdicio de Alimentos, que elaboramos junto a La Vulca, reveló que al 90% de los chilenos les molesta que se produzca desperdicio de alimentos y que incluso sienten culpa frente a su ocurrencia. También develó que las personas necesitan que tanto el sector público como el privado los apoyen para conducir y financiar iniciativas que se preocupen de resolver este problema.

El Estado y las empresas que participamos de la industria alimentaria tenemos hoy la obligación de buscar las formas e iniciativas que nos permitan contribuir a la mitigación de este enorme problema. Estoy absolutamente convencida de que una parte importante de esos esfuerzos nacen al entender que cuando rescatamos alimentos, estamos salvando mucho más que comida… y que los recursos que estamos recuperando son los que pueden salvar a millones de personas en un futuro no muy lejano.

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