Coronavirus arrasa con el negocio de los anfitriones chilenos de Airbnb
Ofrecer estancias de corto plazo se volvió poco atractivo. Desde enero a junio de este año las reservas para el país en la popular aplicación han caído 82%. Personas que arrendaban sus inmuebles para ganar dinero extra o vivir de ello están buscado alternativas para enfrentar la desocupación y las cuentas.
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La crisis sanitaria ha arrastrado consigo aerolíneas, hoteles, cruceros e incluso a la plataforma Airbnb donde ya son 1.900 las personas despedidas de la compañía, número que representa el 25% de los empleados totales, sumando a los anfitriones de la aplicación que han dejado de recibir ingresos a través de la plataforma.
Lo que comenzó el año 2008 como un startup tecnológico donde particulares ofrecían alojamiento temporal en un 'colchón inflable' -de ahí proviene el nombre air bed and breakfast, Airbnb-, en poco tiempo se transformó en multinacional que facturaba millones de dólares anuales, posicionando a sus fundadores Brian Chesky, Joe Gebbia, Nathan Blecharczyk en la famosa lista Forbes. Pero el éxito de la plataforma duró hasta que llegó la crisis sanitaria.
"Tardamos 12 años en construir el negocio de Airbnb y perdimos casi todo en cuestión de 4-6 semanas", indicó el director ejecutivo de la compañía, Brian Chesky en una entrevista en un medio estadounidense. Además agregó que el turismo cambió para siempre y que el foco estará en el turismo local.
Según la Organización Mundial del Turismo, entre enero y abril de 2020 el flujo de turistas internacionales disminuyó en un 44%, lo que se tradujo en una pérdida de aproximadamente US $ 195 mil millones en ingresos para ese sector.
En Chile, Airbnb comenzó a operar en febrero de 2015, hasta ahora no ha parado pero las reservas desde enero a junio de este año han caído en un 82% lo que representa alrededor de 2.000 reservas menos, según el sitio www.airdna.co que evalúa arriendos de corto plazo. Esta cifra va en la línea de lo que los expertos catalogan como "la peor crisis del turismo de la historia" con pérdidas estimadas de US$ 3.900 millones para el sector.
Cambios de planes
José Manuel Beltrán es arquitecto y tiene dos propiedades en arriendo a través de la plataforma. Con un departamento en Reñaca y una casa en Pucón comenta que el año pasado entre las dos propiedades ganó cerca de 28 millones de pesos. "La realidad ha cambiado del cielo a la tierra, comparado con el año pasado ha bajado entre un 70 y 80%" dice. El catalogado por Airbnb como un súper anfitrión, ya baraja la posibilidad de arrendar el departamento de la playa el año corrido, porque los altos costos en gastos comunes, dividendos, contribuciones e internet entre otros lo han obligado a buscar otras opciones de financiamiento.
Para todas aquellas reservas que iban desde el 14 hasta el 31 de marzo, la compañía dio opciones de cancelación y reembolso para los viajeros, mientras que los anfitriones podían cancelar sin cargo alguno, ni repercusión en su categoría de Súper Anfitrión. Sin embargo, todas aquellas reservas realizadas después del 14 de marzo no estarían cubiertas por la política de 'causas de fuerza mayor' de la empresa, a excepción de que el viajero o el anfitrión hayan contraído COVID-19.
Hoy en Santiago hay más de 300 departamentos disponibles para este fin de semana. El precio promedio por noche es de $30,928 y el precio mínimo $8.200 por una pieza. Pero aunque las ofertas están publicadas en la plataforma, la demanda se redujo producto de la súbita y masiva caída de los turistas
Tenían 17 departamentos
Adriana Nives y Daniel Silva son un matrimonio que vivía de las rentas de Airbnb. Su negocio hasta hace pocos meses consistía en arrendar y amoblar 17 departamentos en todo Santiago, que a su vez subarrendaban en la plataforma por periodos cortos, a turistas internacionales.
Desde el 18 de octubre que han debido disminuir su negocio y sumado a la crisis sanitaria ahora cuentan con menos de la mitad de los departamentos. Tuvieron que guardar los muebles en una bodega, suspender los contratos del personal de limpieza y cortar los contratos de arriendo porque de un día para otro comenzaron a recibir solo un 10% de los ingresos que acostumbraban.
Ese porcentaje proviene del giro que le dieron al negocio: comenzaron a ofrecer los departamentos para personal de la salud, a menores precios más los descuentos que ofrece la misma plataforma para aquellos que estén en la primera línea del Covid-19. Además tomaron la opción de designar algunos departamentos sin amoblar para arriendos más largos.
Sobre una ferretería familiar, cerca del parque O´Higgins hay una gran casa cuyas 10 habitaciones con capacidad para 20 personas, solían estar arrendadas el mes completo a través de Airbnb. Yasna Vidal la dueña del lugar, comenta que mensualmente ganaban entre $ 1,5 y $ 2 millones en arriendo. Todavía no evalúan la posibilidad de cambiarse a un alquiler de más largo plazo, ya que el funcionamiento de la ferretería le permite costear los gastos fijos de la propiedad y aún llegan uno que otro huésped. "Esto bajó mucho, ahora de repente llega alguien... pero antes teníamos la casa llena todo el mes", comenta Vidal.
La pandemia coincidió además con el inicio del cobro del IVA a plataformas digitales, que afecta a Airbnb más que a los huéspedes o anfitriones, ya que el 19% no se aplicará a la totalidad del precio pagado por el usuario, sino que a la comisión que recibe la plataforma, debido a que la empresa no está domiciliada en Chile.