Prosperar a través de la sostenibilidad
Rebeca Gálvez, emprendedora Endeavor y CEO Patagonia Biotecnología
¿Por qué nos elude la prosperidad? ¿Qué necesitamos cambiar para encontrarla? Las familias que más prosperan, no solo desde un punto de vista económico, sino que además desde un punto de vista emocional, son aquellas en que se fomenta y se practica la sinceridad (transparencia) y el amor (altruismo), dicho de otra forma, en las que cada uno de sus miembros sostiene a los otros y en donde no hay envidia ni trampa.
Esta realidad se extrapola a todas las comunidades, desde los barrios, y hasta el mundo entero, siendo la actitud de sus miembros y líderes crítica para su bienestar. Cuando estos actúan con transparencia (sinceridad) y altruismo (amor), se genera confianza y empatía, creando un círculo virtuoso que permite a sus miembros dedicarse a ser productivos y ayudarse entre sí.
Tiene sentido que el concepto de sostenibilidad haya tomado gran fuerza durante la pandemia; encerrados y temiendo por el bienestar de los nuestros, nos preocupamos en forma más consciente el uno por el otro y también de nuestros hogares y el hogar de todos: el planeta tierra.
Sin embargo, la mayoría de las personas asocia sostenibilidad solamente al cuidado del medio ambiente, y se olvida (o no sabe) que la sostenibilidad es aquella que se forma en comunidad creciendo de manera armónica entre empresa, comunidad y proveedores, y también, en la que se aplica un modelo que genera rentabilidad financiera.
Este es el modelo que propone el movimiento B en el mundo y organizaciones como Endeavor: el llamado Triple Impacto. Cada vez son más las empresas y emprendimientos que visualizan a la sostenibilidad como un elemento diferenciador al momento de desarrollarse y avanzar, ya que aquellos negocios que adopten este camino en el centro de su modelo, tendrán mayores posibilidades de ser viables en el tiempo.
Entonces, es importante entender cómo podemos impulsar a que haya más emprendimientos con este foco. En mi opinión, muchas de las competencias que las mujeres han practicado tradicionalmente aportan a la sostenibilidad.
Una de ellas es la capacidad de formar redes de apoyo y crear equipos, en los que deben estar presentes la sinceridad, la transparencia, y la empatía. Los equipos y redes funcionan mejor cuando se fomenta la cooperación y reconocimiento de las competencias (y los problemas) de cada uno. Así, el equipo humano se sostiene, en vez de competir internamente, generando equipos alegres, optimistas, comprometidos y perseverantes, que, en definitiva, son más eficaces y más resilientes.
Las mujeres también somos expertas en paciencia, entendemos que el proceso de aprendizaje es permanente y que no está exento de fracasos, y que aunque estemos cansadas, hay que levantarse y perseverar. Esto, sin duda, ayuda a impulsar emprendimientos resilientes, más aún si hay cooperación y respeto entre géneros.
La prosperidad se logra sosteniéndose entre todos y todas, Estado, academia, educadores, empresarios, emprendedores (transformando en realidad descubrimientos científicos que muchas veces quedan archivados en tesis universitarias), y, por cierto, los trabajadores. Todos y cada uno de los actores de las cadenas productivas son importantes y para que todos rememos en la misma dirección, deben sentirse valorados.