La Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) dio a conocer ayer sus nuevas estimaciones para el precio que en promedio marcaría el metal rojo durante el presente año y el 2012. Si bien estaba en el escenario más probable que las previsiones progresarían al alza (de hecho hace unos días la Sonami pronosticó un precio promedio de US$ 3,8 en 2011), el aumento hasta US$ 4,17 promedio por libra para este año y de US$ 4,04 en 2012 respecto del rango previo de entre US$ 3,4 y US$ 3,5, representan un cambio sustantivo y que de materializarse supone tanto oportunidades como amenazas.
Antes de abordar dichos escenarios, vale la pena detenerse en el diagnóstico que realizó Cochilco, organismo técnico y asesor del gobierno que existe desde el año 1976, cuyo consejo cuenta entre otros integrantes a los ministros de Minería y Defensa, representantes del Banco Central, de la Presidencia y las FF.AA. En su presentación, el presidente ejecutivo del Cochilco enfatizó que detrás del desempeño del precio del cobre hay situaciones de estrechez de mercado, derivadas de un desequilibrio entre una demanda que desde hace meses se ha mantenido vigorosa y una oferta que se ha quedado rezagada en su capacidad de respuesta. Según Cochilco, casi la totalidad de los países consumidores de cobre a nivel mundial registrarán este año crecimientos en sus economías, lo cual en 2011 derivaría en un déficit de 466.000 toneladas de cobre, por encima del déficit de 90.000 toneladas que se constató en 2010 y equivalente a más de dos veces la producción anual de la División Andina de Codelco.
Dado que el consenso de los pronósticos son alentadores, y sin olvidar que hay otros cálculos aun más positivos que incorporan el efecto que puntualmente podría tener la creciente inversión financiera en commodities, este salto en los pronósticos abre una serie de preguntas en torno a las oportunidades y amenazas que instala este ciclo para Chile. Cada centavo extra en el promedio anual del metal representa ingresos país que superan los US$ 120 millones, de los cuales cerca de la mitad corresponden al fisco, sin considerar que probablemente con el nuevo royalty dicha fracción será superior.
Qué se hace y qué se deja de hacer con esos ingresos puede marcar un punto de inflexión que, según como se gestione, puede ir en direcciones opuestas. Si bien más de la mitad de esos ingresos quedan en el ámbito de decisión de quienes dirigen el Estado, esos dineros de todos los chilenos, así que su adecuado uso para lograr un salto en la senda de desarrollo es crucial, como lo es evitar que los síntomas de enfermedad holandesa que algunos perciben se acentúen.