China en 2023: ¿grietas en el modelo?
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A fines del año pasado, la decisión de terminar abruptamente con la política de Cero Covid -que había mantenido a China bajo una estricta cuarentena por más de dos años y atado de manos a su economía- hizo temer que, con el consiguiente fuerte rebrote de los contagios con el virus, este sería un año incluso peor que 2022 para la segunda economía del mundo, cuando creció a una anémica (para sus estándares) tasa del 3%.
Los pronósticos más pesimistas no se han cumplido hasta el momento, y aunque los crecimientos de dos dígitos de principios de siglo parecen imposibles de reeditar, la proyección del Gobierno de un 5% para 2023 no parece fuera de orden. En la recién concluida reunión anual de la Asamblea Popular Nacional, junto con la confirmación de un tercer mandato de cinco años para el Presidente Xi Jinping y la oficialización del nombramiento de Li Qiang como nuevo primer ministro, se entregaron ésa y otras cifras que auguran un renovado dinamismo para la economía.
La economía china enfrenta desafíos estructurales que tal vez imponen un giro importante en su política de desarrollo.
Junto con la mencionada alza del PIB de 5%, la creación de 12 millones de puestos de trabajo en las zonas urbanas, una tasa de desempleo urbano del 5,5% y un IPC contenido en torno al 3%, entre otros indicadores.
No es claro que esas predicciones se cumplan, pero incluso de ser así, la economía china enfrenta desafíos estructurales que, según los expertos, imponen un giro importante en el modelo de desarrollo que la catapultó de país pobre a potencia económica en las últimas cuatro décadas. Su población no sólo envejece, sino que empieza a decrecer; si bien sigue siendo una potencia manufacturera, sus costos son hoy sustancialmente menos competitivos frente a algunos de sus vecinos; la crisis inmobiliaria que estalló con Evergrande apunta a fallas de fondo en su política de desarrollo, entre otros problemas, como su alta tasa de ahorro en relación con la de consumo.
También el manejo del Covid expuso rigideces que han tenido importantes costos, tanto humanitarios como económicos. En suma, para un país acostumbrado a ser celebrado por sus fortalezas -más allá de aspectos políticos y diplomáticos que trascienden este análisis-, los últimos dos años han revelado también debilidades. Si existe realmente una “vía china” al desarrollo, tanto sus partidarios como sus detractores deberían tomar nota.