Editorial

Banco Central: una clara advertencia

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uego de anunciar el martes un ajuste que elevó la Tasa de Política Monetaria (TPM) a un nuevo máximo histórico de 4%, el Banco Central entregó ayer el último Informe de Política Monetaria (IPoM) del año, con un análisis que invita a evaluar con mucha sobriedad las perspectivas económicas de Chile en el corto y mediano plazo.

Junto con revisar al alza el crecimiento esperado para este año (12%) -impulsado por aumentos en la demanda interna, el consumo total y la inversión-, el instituto emisor constata también una inflación de casi 7%, superior a la anticipada. Pero lo verdaderamente preocupante es el escenario que el Central avizora en 2022 y 2023, con un crecimiento del PIB en rangos de 1,5%-2,5% y 0%-1%, respectivamente, y caídas en todas las variables ya mencionadas.

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Los equipos económicos de ambas candidaturas presidenciales, uno de los cuales será a partir del lunes el designado para asumir la agenda económica del próximo gobierno, deben tener especialmente en cuenta la mención que hace el Central a "factores idiosincráticos" internos que inciden negativamente en las proyecciones. En particular, preocupa que medidas como los retiros previsionales adelantados y fenómenos como "la persistencia de la incertidumbre político-legislativa" contribuyan al sostenido deterioro del escenario macroeconómico.

Si a lo anterior se agregan elementos externos como el mayor costo de las materias primas y los problemas que siguen enfrentando las cadenas de suministro -además de la imprevisibilidad de la pandemia y sus efectos-, se entiende que la tarea de la próxima administración será muy desafiante. Más aun considerando la necesidad, reconocida por ambas candidaturas, de reducir significativamente el gasto público para regresar a parámetros consistentes con cuidar la sostenibilidad fiscal.

Visto así, en este ámbito la primera definición del nuevo gobierno y del nuevo Congreso debe ser política: no impulsar medidas que agreguen incertidumbre a los actores económicos, dificulten el acceso al crédito, encarezcan el consumo y, en definitiva, empobrezcan la calidad de vida de los chilenos.

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