Agresiones en campaña: la convivencia en peligro
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as agresiones físicas que han sufrido ambos candidatos presidenciales (y sus voceros) durante actos de la actual campaña -con empujones, escupitajos o impedimentos para realizar actividades- son en medida importante reflejo de un acentuado deterioro de la convivencia pacífica y democrática en los últimos dos años. Esto debe preocuparnos.
Lo anterior desde luego se nota en nuestro espacio público, vandalizado, incendiado y saqueado con una reiteración incomprensible, convirtiendo así a los ciudadanos en víctimas y rehenes de una mal llamada "protesta social"; pero también se hace evidente en conductas que revelan una erosión del concepto de autoridad, entre otras, los numerosos y gravísimos ataques a fuerzas policiales, o las agresiones (y "cancelaciones") contra políticos, convencionales y candidatos.
A este clima en el cual el respeto a las reglas parece algo discrecional, y hasta irrelevante, han contribuido no pocos supuestos referentes de autoridad, por ejemplo, en el Congreso y la Convención Constitucional. Pasar por encima de facultades exclusivas del Presidente de la República para impulsar proyectos inconstitucionales, conferirse atribuciones de otros poderes del Estado, promover indultos para quienes han cometido delitos, o negarse a condenar todas las formas de violencia sin distinción, tiene consecuencias.
La retórica encendida y polarizante con que se ha defendido esas posturas ha, en buena medida, abonado el terreno para infracciones más graves. Así, a la nefasta práctica de "cancelar" al que piensa distinto (negando no sólo sus ideas, sino su propia existencia), o a la conocida "funa" para desprestigiarlo y amedrentarlo, se suman las agresiones físicas como último recurso para excluir al otro de la plaza pública.
Repudiar públicamente estos ataques, como ha ocurrido, es imprescindible. Pero de poco servirán las expresiones de condena si no van acompañadas de una conducta en la misma línea y que nazca desde la convicción, no desde la corrección política o la conveniencia electoral.