Visita de presidenta de la Cámara de EEUU a Taiwán es imprudente
FT View© 2022 The Financial Times Ltd.
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Nancy Pelosi se embarcó en una gira por el este de Asia que incluyó a Taiwán, la primera de un presidente de la Cámara de Representantes de EEUU en 25 años. China advirtió que su ejército “no se quedará de brazos cruzados” si se lleva a cabo la visita a la isla autónoma que Beijing reclama como parte de su soberanía. Aunque Washington tiene derecho a tratar de apoyar la posición de Taiwán y desalentar la agresión china, la visita de Pelosi es imprudente e inoportuna. Es un momento de peligro que exige responsabilidad y moderación por ambas partes.
Los riesgos no deben subestimarse. Xi Jinping, el poderoso líder de China, advirtió la semana pasada al presidente estadounidense, Joe Biden, que EEUU estaba “jugando con fuego”. Según la declaración oficial de Beijing, Xi no mencionó el nombre de Pelosi, pero dijo que su gobierno “salvaguardaría resueltamente la soberanía nacional y la integridad territorial de China”.
“Beijing debería pensar mucho antes de tomar represalias enérgicas contra el viaje de Nancy Pelosi. Y EEUU debería centrarse en acciones muy coordinadas que tengan un valor genuino para reforzar la seguridad de Taiwán”.
La visita llega en un momento muy cargado. Xi está buscando otro mandato en el 20º Congreso Nacional del Partido Comunista Chino a fines de este año. Sin embargo, las tensiones internas han aumentado conforme la economía se tambalea y la política de “cero Covid” de Beijing atrae críticas.
Beijing advirtió el mes pasado que una visita de Pelosi representaría una “grave violación” de la política de “Una Sola China”, según la cual EEUU reconoce a la República Popular como el único gobierno legal de China. La afirmación de Beijing en la década de 1990 de que la visita del presidente taiwanés Lee Teng-hui Lee a EEUU violó la política de Una Sola China provocó la crisis de los misiles en el Estrecho de Taiwán.
Sin duda, hay buenas razones para que altos funcionarios estadounidenses quieran mostrar solidaridad con Taiwán. Xi ha insistido cada vez más en que Beijing tiene la determinación y los medios para lograr la “reunificación completa” de la isla con la “patria”. Beijing ha aumentado la presión militar sobre Taipéi, incluyendo el envío repetido de aviones de combate a la zona de defensa aérea de Taiwán.
Pelosi también ha hecho mucho para resaltar los abusos de los derechos humanos en China durante su carrera, incluyendo el despliegue de pancartas en la Plaza de Tiananmén en 1991 en protesta por la masacre de civiles en Beijing en 1989. Hoy, sin embargo, Taiwán representa un problema geopolítico mucho más complejo. Los riesgos de una guerra en el Estrecho de Taiwán, y la posibilidad de que cualquier conflicto podría terminar en un enfrentamiento entre China y EEUU son reales. La visita de Pelosi corre el riesgo de ser vista como un acto de autopromoción que indignará a Beijing sin mejorar la seguridad de los 24 millones de habitantes de Taiwán.
Aun así, China debería pensar largo y tendido antes de desencadenar cualquier forma de agresión en respuesta. Debe tener en cuenta que el Congreso estadounidense y su presidenta están separados de la rama ejecutiva de EEUU, y la visita de Pelosi no tiene respaldo oficial. De hecho, la Casa Blanca dejó en claro el mes pasado que la política de EEUU sobre Taiwán no había cambiado.
EEUU debería centrarse en el futuro en acciones cuidadosamente coordinadas que tengan un valor genuino para reforzar la seguridad de Taiwán. Washington debería aumentar el suministro de armas, según lo dispuesto en la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, y ampliar el entrenamiento. Es probable que tales movimientos, realizados sin fanfarria, sean mucho más efectivos que las visitas de alto perfil, en última instancia vacías.