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Un mundo capturado

FERNANDO BARROS T. Abogado, Consejero de SOFOFA

Por: FERNANDO BARROS T. | Publicado: Viernes 7 de junio de 2024 a las 04:00 hrs.
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FERNANDO BARROS T.

Con motivo de la realización del exitoso encuentro Chile Day en Toronto, que organiza Inbest Chile con el apoyo del Ministerio de Hacienda, se reunieron representantes del mundo financiero y empresarial, nacional e internacional, donde se dio una fluida y constructiva conversación entre las más altas autoridades nacionales y el mundo privado sobre los aspectos que constituyen un freno al desarrollo de las iniciativas o colocan a nuestro país en una posición de desventaja ante otras economías que ven más claramente en la inversión privada y la creación de empresas y fuentes de trabajo una palanca clave para su desarrollo.

Mas allá de las legítimas preocupaciones de los inversionistas por las reformas tributarias y el consistente aumento de la carga a la que quedan sometidas las empresas en Chile por sucesivas leyes que hacen recaer en ellas el costo de iniciativas de interés social o la responsabilidad de la empresa por actuaciones de los trabajadores o asesores externos, incluso delictivas y ajenas a sus funciones propias, con el consiguiente desincentivo al emprendimiento y la inversión, llamó la atención el cómo nuestro país y su economía, que quiere iniciar una etapa de mayor desarrollo para una mejor calidad de vida de los chilenos, se está regulando con estándares superiores a los de naciones más avanzadas y con recursos.

Las subjetivas y cambiantes regulaciones, la falta de certeza jurídica, sumado a una alta tributación, hacen cada día menos atractivo a Chile como destino de inversiones.

Las crecientes exigencias a que están sometidos los proyectos de inversión, incluyendo nuestro impuesto criollo del 1% a las inversiones de capital y el impuesto patrimonial municipal, entre otros, aparecen ciertas visiones ideológicas que han capturado la permisología asociada a las comunidades, donde la concurrencia de la voluntad favorable de individuos y colectivos de dudosa representatividad y gobernanza, obligan a “obtener” su aquiescencia como condición para poder avanzar en una iniciativa y, también, de la ecología, nueva divinidad en cuyo nombre las posiciones más extremas están imponiendo la postergación de la consideración de los hombres al impedir el desarrollo de nuevas iniciativas en energía, minería, forestal y otras áreas en que Chile tiene aptitud natural y ventajas competitivas.

Bajo el embrujo de profecías climáticas apocalípticas, la divinización de la naturaleza y su progresiva exclusión de su servicio racional a las necesidades del ser humano, se promueve la demagogia de los derechos infinitos y las responsabilidades limitadas, junto a la desconexión del progreso personal como fruto del esfuerzo y trabajo responsables.

Quizás no preocupe el que en países que con sus recursos y empresas llegaron a ser ricos, como USA, Canadá y otros, el tiempo requerido para lograr sacar adelante un proyecto mayor, desde su inicio hasta la etapa de producción, se ha multiplicado varias veces y hoy puede llegar a 15 o 20 años, pero debe angustiar el que para países -como Chile- que quieren y requieren crecer y dar mejores oportunidades y condiciones de vida a su población, esos tiempos y exigencias no son de una escala humana ni económica y hacen imposible alcanzar un desarrollo accesible para las actuales generaciones.

Las subjetivas y cambiantes regulaciones, la falta de certeza jurídica, un entorno en que por la vía de recursos extraordinarios se anula lo avanzado en años de trabajo e inversión por el inversionista conforme a las aprobaciones dadas por los organismos creados por la institucionalidad del mismo Estado, sumado a una alta tributación, hacen cada día menos atractivo a nuestro país como destino de las inversiones necesarias para nuestro progreso. Ello hace alejarse cada día más el sueño del desarrollo.

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