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No olvidar los beneficios de la flotación cambiaria

Rodrigo Aravena González Economista Jefe – Banco de Chile

Por: Rodrigo Aravena González | Publicado: Miércoles 20 de septiembre de 2023 a las 04:00 hrs.
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Rodrigo Aravena González

El valor y evolución del dólar ha vuelto a ser una fuente de análisis e incluso preocupación macro. Esta situación se ha agudizado luego de la fuerte depreciación del peso desde julio (superior a 10%), alcanzando valores que sólo se habían observado hace un año, cuando enfrentábamos grados inusualmente altos de incertidumbre político-institucional (relacionado con el desenlace del proceso constituyente).

En este contexto, un dólar que nuevamente se acerca a los $ 900 levanta una serie de dudas sobre la razonabilidad de su valor, consecuencias macro e incluso el espacio de aplicar medidas. Por eso es importante destacar algunos temas más estructurales en esta materia y, a la vez, no dejarse llevar por potenciales tentaciones de corto plazo.

“Dada la naturaleza de los shocks y el esquema de política monetaria actual, debemos seguir concentrados en el efecto del tipo de cambio sobre la inflación y sus implicancias de política”.

Para partir, debemos reconocer que la tendencia del tipo de cambio ha sido consistente con la evolución de sus principales fundamentos, tanto a favor del dólar como en contra del peso. Entre ellos, destaca la fortaleza mayor a la esperada en la economía estadounidense, lo cual ha generado una serie de revisiones alcistas en las estimaciones de tasas de interés.

De hecho, los dots publicados por la Fed revelan que sus propios consejeros, durante este año, han duplicado el valor proyectado para la tasa de Fondos Federales para 2023 (de 2,75% a 5,5%).

Asimismo, el ciclo de tasas de interés local ha generado el efecto opuesto en el peso chileno, no sólo porque fuimos el primer país en iniciar el proceso de recortes, sino también porque es donde se espera una de las mayores reducciones a nivel global para los próximos meses. Adicionalmente, se deben considerar algunos aspectos más estructurales, como el significativo deterioro de China y la caída en el crecimiento (actual y tendencial) de Chile.

Todo lo anterior apoya la tesis de que el tipo de cambio no tiene un desalineamiento fundamental. Este diagnóstico constituye un punto de partida necesario en la discusión sobre las potenciales acciones que se podrían (o no) evaluar ante la tendencia que ha presentado la divisa en el mercado local. Este análisis es especialmente relevante en esta coyuntura, más aun para resaltar las diferencias con acciones que ha llevado a cabo el Banco Central desde 2019, donde la naturaleza idiosincrática y/o no recurrentes de los shocks, como la crisis social o la pandemia, justificaban ampliamente medidas extraordinarias en materias de reservas y liquidez.

En momentos como los actuales resulta más necesario que nunca recordar los beneficios que tiene un esquema de flotación cambiaria, lo cual permite, entre muchos otros aspectos, que los ajustes de empleo y actividad sean menos pronunciados en los ciclos negativos como el que hemos enfrentado. Asimismo, en la medida que el tipo de cambio se deje flotar, más eficientes serán las medidas tomadas en aras del control inflacionario.

Es por ello que, dada la naturaleza de los shocks y el esquema de política monetaria actual, debemos seguir concentrándonos, en ausencia de disrupciones en los mercados, en el efecto del tipo de cambio sobre la inflación y sus implicancias en la política monetaria. Por ahora, si algo podemos anticipar, es que aumenta la probabilidad de recortes de 75 más que de 100 puntos base en las próximas reuniones. Ello en un contexto donde resultan indudables los beneficios de las acciones orientadas a reponer reservas y de una política monetaria totalmente enfocada en la meta de largo plazo de 3%.

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