Nada es poco plausible por ahora
JORGE SELAIVE Economista Jefe Scotiabank y Académico FEN U. de Chile
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JORGE SELAIVE
Han surgido baches en el camino que no esperábamos. El alza de la energía globalmente acelera el ciclo de normalización de las tasas de interés externas y astringe las condiciones financieras para Chile. Al mismo tiempo, retrae el impulso externo y ha deteriorado los términos de intercambio.
Eso tiene implicancias de primer orden en nuestra capacidad de crecer. Un alza del petróleo como la observada, a pesar de la existencia del MEPCO, genera un menor crecimiento de en torno a 0,8 puntos porcentuales. Asimismo, están las preocupaciones en torno al proceso constituyente y sus implicancias sobre el crecimiento e incentivos a la inversión. Sin embargo, la economía está mostrando una notable resiliencia que por ahora hace bastante dicotómicos los escenarios de crecimiento puntual para el año.
Tras conocerse las Cuentas Nacionales, no todo parece tan "poco plausible" en términos de crecimiento económico en 2022. La Encuesta de Expectativas Económicas muestra un crecimiento del PIB de 2%, pero que es proyectado por apenas 13% de los encuestados. La mediana engaña. Mientras el último decil espera algo cerca de 3%, el primero apunta a 1%. Imagine solo dos escenarios posibles: uno y cero. Ambos con probabilidad de 50%. La mediana diría 0,5. Nunca se dará ese valor.
Que el Banco Central proyecte 2% de crecimiento en 2022 no es muy distinto a cuando a fines de 2020 proyectaba una expansión de 6% para 2021, la que terminó siendo el doble. En algo estamos de acuerdo: la economía debe transitar a niveles sostenibles, pero la rapidez de ese proceso es algo altamente discutible. No podemos descartar durante los próximos meses medidas de amortiguación fiscal, un retroceso abrupto en el precio del petróleo, que la resiliencia de la inversión se mantenga o incluso un cambio hacia un proceso constitucional algo más amigable para el ambiente de negocios.
El consumo privado de bienes ciertamente sigue en la desaceleración que se inició a fines del año pasado. Sin embargo, el consumo de servicios evidencia crecimiento vinculado probablemente a la mayor movilidad, que se ha acentuado en marzo. No nos enfrentamos a un aterrizaje forzoso del consumo gracias a la aún amplia liquidez, la continua recuperación de empleo y un no descartable acomodo por parte de los consumidores a los mayores grados de incertidumbre.
Por otro lado, la inversión y, como contrapartida los servicios, han mostrado un crecimiento difícil de explicar sin aludir a aspectos sectoriales, pues la incertidumbre política ya debería haber impactado. En energía, aún continúa el envío de proyectos renovables; en telecomunicaciones, la red 5G está impulsando las importaciones de capital; y en minería, varias iniciativas están en estado de avance alto, aunque retrasadas por la pandemia. Todo lo anterior, con un precio del cobre que parece resistir todos los embates externos. Los términos de intercambio se proyectan con un deterioro de 6% para este año, pero aquello no es incompatible con un aterrizaje suave y un crecimiento sobre esa mediana que muestran las encuestas.
En el escenario hay incertidumbre y está sometido a multiplicidad de shocks internos y externos en direcciones opuestas. Parece más plausible aludir a que la economía simplemente terminará con una contracción de la actividad este año o con un crecimiento sobre 3%, que jugarse por esa mentirosa mediana. Existe un impacto significativo del alza del petróleo y sigue siendo factible una expansión del PIB en torno a 3% este año.